Page 166 - El nuevo zar
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Skurátov  en  marzo,  ella  viajó  a  Moscú  para  avanzar  en  su  investigación  y
               ofreció compartir las pruebas suizas a cambio de la cooperación rusa. Durante
               dos días de reuniones privadas, ella y Skurátov analizaron las investigaciones,
               incluidos, dijo él, los detalles de las cuentas bancarias pertenecientes a varios

               funcionarios del Kremlin. Ahora que el Kremlin intentaba forzarlo a dimitir,
               Skurátov contaba con ventaja para contraatacar, confiado en que el Consejo

               de la Federación tomaría partido por él en la lucha de poder del ocaso político
               de Yeltsin.

                    Cuando Yeltsin confrontó a Skurátov en el hospital la mañana después de
               la primera votación del Consejo de la Federación —la mañana siguiente a que

               se transmitiera públicamente la cinta de vídeo—, tamborileó con los dedos
               sobre  una  copia  del  videocasete.  «Sabe,  Yuri  Ilich  —le  dijo  Yeltsin,
               recostándose en la silla y respirando profundamente—, nunca he engañado a

               mi esposa…» Yeltsin luego le prometió dejar de mostrarlo por televisión si
               Skurátov  escribía  una  segunda  carta  de  renuncia.  Aquello  era  «extorsión

               elemental», pensó Skurátov, pero también sabía que no tenía sentido debatir
               su  autenticidad  ahora.  Skurátov  protestó  diciendo  que  había  iniciado  una
               investigación respecto de Mabetex, lo cual Yeltsin interpretó como una forma
               de extorsión en contrapartida.[13] «Estamos hablando de otra cosa ahora, Yuri

               Ilich —le dijo Yeltsin—. Después de lo que le ha sucedido, no creo que deba
               permanecer en el puesto de fiscal general. No voy a pelear por usted. Ni voy a

               intentar persuadirlo. Solo escriba su carta de renuncia. Ya no quiero seguir
               trabajando con usted.»

                    Yeltsin  empujó  hacia  él  un  bolígrafo  y  papel.  Skurátov  se  volvió  hacia

               Primakov,  esperando  respaldo  de  parte  del  primer  ministro  que  había
               prometido combatir la corrupción entre los oligarcas del país. No lo obtuvo.
               [14] Putin no dijo nada, aunque Skurátov percibió que lo observaba de arriba
               abajo. Skurátov firmó la carta y dimitió por segunda vez en menos de siete

               semanas, aunque Yeltsin aceptó su solicitud de que la fecha de la carta fuera
               pospuesta hasta abril, hasta la siguiente reunión programada del Consejo de la

               Federación.  Mientras  Skurátov  dejaba  el  hospital  y  regresaba  a  su  oficina,
               contempló su siguiente jugada. Concebía su lucha con el Kremlin como un
               juego  de  ajedrez:  su  posición  era  endeble,  pero  acababa  de  evitar  el  jaque
               mate.[15] Ahora debía contraatacar. Mientras conducía, llamó a un reportero

               de televisión e hizo pública la investigación de Mabetex.[16]
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