Page 168 - El nuevo zar
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de dos males», escribiría Yeltsin.[17] La maniobra de Putin era técnicamente
               legal —suponiendo que hubiese algún fundamento para las acusaciones sobre
               compra de influencias—, pero también era despiadada. Un agradecido Yeltsin
               tomó  nota  una  vez  más.  Una  semana  más  tarde,  anunció  que  Putin

               permanecería  como  director  del  FSB,  incluso  mientras  también  presidía  el
               Consejo de Seguridad. Había demostrado su lealtad al presidente y lo había

               impresionado con su eficiencia discreta; otros podían hacer promesas, pero
               Putin lograba resultados. Tras solo dos años y medio en Moscú, Putin ahora
               se encontraba en el centro de la Administración de Yeltsin, no ya como un
               mero «vice», sino como uno de los funcionarios más poderosos del Kremlin.






               Putin ascendía a través de las filas en tanto la era de Yeltsin parecía agonizar.

               El  desarrollo  del  escándalo  de  Skurátov  contribuyó  a  los  esfuerzos  de  los
               comunistas  por  enjuiciar  políticamente  a  Yeltsin,  algo  que  hubiera  hecho
               presidente  interino  a  Primakov  hasta  que  pudiesen  realizarse  nuevas

               elecciones. El presidente, frágil y temeroso, ya no ejercía mucho control sobre
               los  sucesos,  sino  que,  en  cambio,  reaccionaba  ante  ellos,  con  frecuencia
               erráticamente.


                    El 5 de marzo de 1999, el enviado especial del Ministerio del Interior a
               Chechenia, el general Guenadi Shpigún, fue secuestrado mientras abordaba
               un avión en la capital de la región, Grozni. Los secuestros se habían vuelto la
               principal  industria  de  posguerra  en  Chechenia,  con  cientos  de  personas

               retenidas  para  el  pago  de  rescates  entre  1996  y  1999,  pero  el  rapto  de  un
               enviado de alto rango era algo muy descarado como para que el Kremlin lo

               pasara por alto. Las negociaciones de paz que pusieron fin a la guerra en 1996
               habían  aportado  a  Chechenia  gran  soberanía,  pero  casi  dos  años  de  luchas
               habían devastado la región y dejado su economía en ruinas. La guerra había

               matado a cerca de cien mil chechenos, así como a cerca de cinco mil soldados
               rusos,  de  acuerdo  con  registros  oficiales  que  algunos  dudaban  estuviesen
               completos.  Tras  sobrevivir  al  contraataque  ruso,  Chechenia,  después  de  la

               guerra, cayó en el caos y la delincuencia, y minó los esfuerzos del presidente
               electo  de  la  región,  Aslán  Masjádov,  por  restaurar  el  orden  y  ganar
               reconocimiento internacional para la secesión de Rusia. Pronto la ilegalidad

               estuvo desbordando las fronteras chechenas. El 19 de marzo, el día después
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