Page 173 - El nuevo zar
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aliados políticos. Yeltsin, en busca de un heredero, pensaba que Primakov no
               tenía el temperamento para ser presidente. Rusia necesitaba «una persona con
               una  forma  de  pensar  totalmente  diferente,  otra  generación,  una  nueva
               mentalidad». Primakov, creía él, «tenía demasiado rojo en su paleta política».

               [26]

                    Sin  duda,  los  procedimientos  para  la  destitución  tenían  motivaciones
               políticas, impulsados por los comunistas y sus aliados en lo que era, podía

               decirse, la última gran batalla política sobre el colapso de la Unión Soviética.
               Los  delitos  de  Yeltsin,  de  acuerdo  con  los  artículos,  comenzaban  con  el
               acuerdo  que  disolvió  la  Unión  Soviética  en  1991.  Seguían  con  la  violenta

               confrontación con el Parlamento en 1993, la guerra en Chechenia, el desgaste
               de  los  militares  y  el  «genocidio  del  pueblo  ruso»  causado  por  las  crisis
               económicas  de  los  años  noventa.  Como  asuntos  de  derecho  constitucional,

               eran dudosos, pero hacían fuerte eco en el público frustrado, para quien el fin
               de  la  Unión  Soviética  había  traído  poca  cosa  excepto  sufrimiento  y

               humillación.  El  juicio  político  a  Yeltsin  se  volvió  un  referéndum  sobre  la
               transición de Rusia hacia la democracia. Y cada artículo tuvo el respaldo de la
               mayoría de los legisladores.

                    El 12 de mayo, el día anterior a que comenzara el debate por el juicio

               político,  Yeltsin  despidió  a  Primakov  y  presentó  la  candidatura  de  Serguéi
               Stepashin, un comandante de policía leal, aunque insípido, que había servido
               en  varios  ministerios  bajo  el  mandato  de  Yeltsin  desde  1990,  más

               recientemente como ministro del Interior. Había sido nombrado vice primer
               ministro solo dos semanas antes, pues el puesto era un prerrequisito para ser

               nombrado  primer  ministro  interino,  y,  durante  una  reunión  de  Gobierno,
               Yeltsin hizo una demostración vergonzosa al ordenar a Stepashin que acercara
               la silla a la suya para, según dijo, «despertar el sentido de la expectativa».[27]
               Yeltsin  trataba  estas  reestructuraciones  como  tácticas  en  un  juego,  aunque

               eran  todo  el  poder  que  le  quedaba  para  influir  sobre  la  política.  «Un
               movimiento brusco, inesperado, agresivo siempre hace perder el equilibrio al

               oponente y lo desarma, en especial si el movimiento es impredecible y parece
               absolutamente  ilógico»,  escribió  Yeltsin.[28]  Esperaba  que  esta  última
               reorganización  pudiese  descarrilar  de  alguna  forma  el  voto  de  su  juicio
               político, pero «absolutamente ilógica» era todo lo que parecía ser.


                    El debate para iniciar el proceso de destitución duró dos días, mientras los
               consejeros de Yeltsin intentaban frenéticamente contar —y comprar— votos.
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