Page 178 - El nuevo zar
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trabajar donde me asigne.»
El siguiente comentario de Yeltsin, sin embargo, lo sorprendió: «¿Y en el
puesto más alto?».
Por primera vez, dijo Yeltsin, Putin pareció comprender la verdadera
intención de su plan. No le estaban ofreciendo una posición para sacrificarlo
después, como a los anteriores tres primeros ministros, que habían durado
solo meses en funciones. Yeltsin estaba sugiriendo que fuera su heredero
como presidente, un respaldo que había eludido a muchos de los consejeros
más experimentados de Yeltsin.
Un silencio cayó entre los dos hombres. Yeltsin oía el tictac del reloj en su
oficina. Se encontró contemplando los ojos azules de Putin. «Parecen decir
más que sus palabras», pensó.[36]
Le pidió que lo pensara y luego convocó a Stepashin, que tomó a mal las
noticias de su despido como primer ministro y le rogó a Yeltsin que lo
reconsiderara. Yeltsin, que prefería la rápida ejecución de sus decisiones, se
compadeció, en una forma impropia de él, de su primer ministro, que le había
sido leal durante toda su presidencia. Yeltsin aceptó pensarlo mejor, algo que
inmediatamente lamentó. Anatoli Chubáis, que había trabajado con Putin por
primera vez en 1991, intentó convencer a Yeltsin de desistir de su decisión de
nombrar a Putin primer ministro, y apeló al secretario de Estado, Aleksandr
Voloshin, y a la hija de Yeltsin. Chubáis siempre había sido frío con Putin y lo
consideraba un hombre de seguridad con poca destreza política y,
acertadamente, ninguna experiencia política. Chubáis había dejado la
Administración de Yeltsin de forma definitiva y para entonces lideraba el
monopolio de electricidad estatal, pero había sido el autor intelectual del
retorno de Yeltsin en 1996 y sus instintos políticos eran más certeros que los
de Yeltsin a esa altura. Había poca ventaja evidente en reemplazar a Stepashin
por Putin. Ninguno había sido jamás electo para nada. Tenían la misma edad.
Ambos venían de San Petersburgo, y ninguno tenía una base política
independiente que pudiese apuntalar a Yeltsin. Chubáis le advirtió que otra
reestructuración de su Gobierno sería vista como un nuevo acto de locura que
fortalecería a los comunistas y a la alianza emergente entre Luzhkov y
Primakov.
Mientras Chubáis abogaba por su caso, sin embargo, los sucesos en el
Cáucaso endurecieron la determinación de Yeltsin. El 7 de agosto, una gran