Page 154 - El nuevo zar
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las celebraciones comunistas de la Revolución para defender a Makáshov y su
               despotrique  antisemita.  Putin  hizo  su  anuncio  con  Lubianka  de  fondo,  y  el
               mensaje que envió iba dirigido no solo a los manifestantes sino también al
               servicio secreto, aún plagado de intolerancia: no se aceptarían expresiones de

               odio. Después de unas pocas semanas en el puesto, ya no parecía el asistente
               discreto  que  siempre  había  sido,  perdido  en  bambalinas.  Exudaba  toda  la

               autoridad del servicio secreto del país y una determinación feroz de no dejar
               que  los  disturbios  políticos  o  populares  socavaran  la  autoridad  del  Estado.
               Como  escribió  un  agradecido  Yeltsin:  «creo  que  su  expresión  fría  y  la
               precisión casi militar de sus formulaciones desalentó a muchas personas de

               causar problemas».[36]

                    El respaldo público ofrecido por Putin no logró ayudar mucho a Yeltsin,
               que  debió  desistir  de  la  candidatura  de  Chernomirdin.  Sus  asistentes,  que

               trabajaban con diputados en la Duma, se decidieron por un candidato menos
               objetable  para  todos:  Yevgueni  Primakov,  que  había  sido  el  ministro  de

               Relaciones  Exteriores  de  Yeltsin  desde  1996.  Primakov  era  un  académico
               soviético, mayor y genial, formado como arabista, que había pasado catorce
               años  como  periodista  en  Oriente  Medio,  en  estrecha  colaboración  con  el
               KGB. Tras el colapso de la Unión Soviética, asumió el control del servicio de

               inteligencia exterior que había emergido de las ruinas del KGB, donde, desde
               1992 hasta 1996, prácticamente había desaparecido de la mirada pública, en

               un intento por revivir la agencia muy parecido al de Putin con su homóloga
               local.[37] Desconfiaban uno del otro. Primakov tenía mucha más experiencia
               en  el  mundo  de  la  inteligencia,  pues  había  sido  enviado  como  agente
               encubierto  en  misiones  no  solo  a  Oriente  Medio,  sino  también  a  Estados

               Unidos.[38] Ansioso de poner al FSB bajo su influencia, estaba entre aquellos
               que  sospechaban  que  Putin  estaba  llenando  las  filas  de  colegas  de  San

               Petersburgo. Putin llevó a «toda la dirigencia del FSB» a un encuentro con él
               para probar que no había llevado a cabo una purga.[39]

                    El 11 de septiembre, el Parlamento votó abrumadoramente por establecer

               a Primakov como primer ministro, y la crisis política inmediata se suavizó.
               Las decisiones desesperadas del Gobierno de Yeltsin de incumplir el pago de
               bonos y devaluar el rublo habían enviado olas de pánico a la sociedad, pero
               finalmente aquello resultó ser «un tónico revitalizador» que le permitió a la

               economía  reanudar  su  crecimiento,  ayudada  por  la  recuperación  de  la
               producción  interna  y  el  comienzo  del  auge  del  petróleo.[40]  La  fortuna  de
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