Page 152 - El nuevo zar
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pugna. Uno de los inversores citados era Boris Berezovski, que el año anterior
había chocado públicamente con otros oligarcas sobre la privatización de
Sviazinvest, la compañía de telecomunicaciones más grande del país. Otro
artículo trataba sobre la fuga de Rusia de Anatoli Sobchak y las actividades de
su «vice» para inversiones extranjeras, ahora director del FSB. El titular
decía: «Vladímir Putin se convirtió en jefe del FSB de forma ilegal». Levin-
Utkin no había escrito ninguno de los artículos, pero había contribuido como
reportero. El editor en jefe del periódico, Alekséi Domnin, dijo que ambos
artículos habían provocado vociferaciones de parte de sus protagonistas. «La
gente de Putin» se reunió con él para quejarse, dijo, aunque no dijo quiénes.
La reunión fue de «una obvia naturaleza política» que no detalló.[31] Las
quejas sobre la cobertura de la prensa no eran nada inusual —y, en general,
eran un hecho—, y la agitación sobre los artículos hubiese pasado al olvido
muy pronto si no fuera por lo que sucedió después.
Levin-Utkin entró en el vestíbulo de su edificio de apartamentos, en la
calle Rednova, y estaba revisando su correo cuando dos hombres se le
acercaron por detrás y lo golpearon tanto que le rompieron varias partes del
cráneo. Los atacantes se llevaron el maletín y todo lo que había en los
bolsillos del periodista, incluida su tarjeta de identificación del periódico. Un
vecino lo encontró inconsciente en el vestíbulo y fue trasladado al hospital.
Los cirujanos lo operaron dos veces, pero falleció la mañana del 24 de agosto,
sin haber recuperado la conciencia en ningún momento. Los ataques por
encargo en San Petersburgo se habían vuelto tan corrientes —con una
frecuencia de uno al día durante un tiempo— que el asesinato de Levin-Utkin
no hubiera tenido prioridad, si las organizaciones de periodistas no hubiesen
apoyado la causa, pues pidieron a Naciones Unidas que presionara a las
autoridades rusas para que lo investigaran.[32] Nunca hubo ninguna prueba
que vinculara a Putin o a Berezovski con la fatal paliza; los fiscales dudaban
de que el asesinato tuviese un móvil más allá del simple hurto, aunque nunca
estuvo claro si investigaron el crimen seriamente. Sin embargo, era la primera
vez que el nombre de Putin y el de Berezovski aparecían en informes de los
medios en conexión con la misma muerte, y no sería la última. El caso, tan
pronto como ocurrió, quedó eclipsado por sucesos mucho más devastadores
ese agosto.