Page 149 - El nuevo zar
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Kiriyenko presentó a Putin a los cuadros del KGB en Lubianka el siguiente
               lunes 27 de julio de 1998 e intentó aplacar a Kovaliov, que supo de su despido
               por  los  informativos  de  la  televisión.  Había  prestado  servicios

               admirablemente, dijo Kiriyenko, pero «las condiciones están cambiando, las
               personas están cambiando».[22] Ante el anuncio, Putin expresó aprecio por la
               confianza del presidente y prometió no solo llevar a cabo la reestructuración

               que  Yeltsin  había  ordenado,  sino  también  enfocarse  en  la  estrategia  del
               Gobierno  para  suavizar  la  crisis  económica:  llevar  a  juicio  los  crímenes
               económicos y la evasión fiscal. Dijo que había «vuelto a casa».


                    Kovaliov,  aunque  furioso  por  su  despido,  gestionó  la  transición  con
               profesionalidad. Le enseñó el lugar a su reemplazo y abrió la caja fuerte de su
               oficina.  «Aquí  está  mi  libreta  secreta  —le  dijo—.  Y  aquí,  mis

               municiones.»[23]  Dos  días  después,  Putin  concedió  una  entrevista  al
               periódico  Komersant,  en  la  que  trazó  sus  prioridades  y  amplió  el  trabajo
               interno  tradicional  de  la  agencia  para  que  incluyera  la  lucha  contra  el

               nacionalismo y el extremismo político, contra los espías extranjeros y contra
               el recién llegado y en lenta expansión internet. «Desde luego que el FSB no
               va a poner el internet bajo su control —dijo, ya expresando un hastío sobre la

               importancia creciente del nuevo medio—, pero entiende que las herramientas
               modernas  de  telecomunicaciones  pueden  ser  utilizadas  en  detrimento  de  la
               seguridad del país.»[24] El nombramiento de Putin provocó gruñidos entre los

               veteranos del FSB —también veteranos del KGB—, que lo veían como un
               recién  llegado  y  un  forastero.  Él  era  de  San  Petersburgo  y  había  servido

               durante toda su carrera en inteligencia en puestos provinciales. Nunca había
               ascendido más allá del rango de teniente coronel. Era un salto extraordinario,
               no  previsto,  para  Putin,  y  un  enorme  progreso  en  forma  de  ascenso
               inesperado.  Había  saltado  por  encima  de  generales  mucho  más

               experimentados y mejor cualificados, quienes lo consideraban un advenedizo
               enviado  para  imponer  el  control  del  Kremlin  en  la  agencia,  que  fue

               exactamente lo que se dispuso a hacer.





               El 1 de agosto, tras retornar abruptamente de sus vacaciones en Carelia para

               enfrentarse  con  la  amenazante  crisis  económica,  Yeltsin  citó  a  su  nuevo
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