Page 151 - El nuevo zar
P. 151

aceptaron puestos en la dirigencia del FSB. Yeltsin admiraba la determinación
               de acero de Putin. «No permitía que lo manipularan en juegos políticos —
               escribió—.  En  la  insidiosa  fábrica  de  rumores  que  era  el  Gobierno  en  ese
               tiempo,      evitar    enredos      era    sabio,    incluso     para     una     persona

               experimentada.»[28]

                    Putin  se  sumergió  una  vez  más  en  la  vida  del  agente  de  inteligencia,
               donde todo es secreto y todos son sospechosos. «Como oficial de inteligencia,

               siempre  eras  objeto  potencial  de  una  investigación  —recordó—.  Siempre
               estaban controlándote. Puede que no sucediera con mucha frecuencia, pero no
               era  muy  agradable.»  Incluso  como  director,  sentía  el  «constante  estado  de

               tensión». También compartía la paranoia de la agencia. «No podían ni ir a un
               restaurante —dijo de sus colegas—. Pensaban que solo las prostitutas y los
               comerciantes ilegales iban a restaurantes. ¿Qué podía hacer un oficial decente

               de las agencias de seguridad en semejante compañía?»[29]

                    El resultado era una extraordinaria discreción. Cuando, en una ocasión,
               invitó a una joven y bonita reportera del grupo de prensa del Kremlin a comer

               en Izumi, uno de los nuevos restaurantes de sushi de la capital, sucedió que, al
               llegar ella, encontró al nuevo director del FSB esperándola solo, pues antes
               había  despejado  el  lugar  de  otros  comensales.  La  periodista,  Yelena

               Tregúbova,  encontró  un  hombre  insinuante,  que  la  llamaba  Lenochka  e
               incluso  la  animó  a  tomar  sake  con  él.  El  hecho  de  que  ella  no  honrara  su
               discreción e incluyera la escena en un libro endureció la opinión de él acerca

               de los medios y los reporteros, a los que consideraba poco más que buitres
               que  intentaban  explotar  o  avergonzar  a  los  funcionarios  para  ganancia

               personal.[30]





               En la tarde del 20 de agosto, tras menos de un mes del nombramiento de Putin

               en el FSB, un periodista en San Petersburgo, Anatoli Levin-Utkin, salió de la
               oficina  de  un  periódico  recién  creado  llamado  Legal  Petersburg  Today.
               Llevaba  unos  1.000  rublos  encima  (entonces,  cerca  de  140  dólares),  y  un
               maletín  lleno  de  papeles  y  fotografías  para  artículos  que  aparecerían  en  el

               siguiente número del periódico, que sería apenas el tercero. Levin-Utkin era
               subeditor en el periódico, que ya había llamado la atención con artículos que

               investigaban  sobre  los  bancos  de  la  ciudad  y  las  esferas  de  influencia  en
   146   147   148   149   150   151   152   153   154   155   156