Page 230 - El nuevo zar
P. 230

funcionaros insistieron falsamente en que la causa había sido una colisión con
               un submarino extranjero, casi seguro que de Estados Unidos o la OTAN. Los
               líderes militares rusos recurrieron a su instinto ruso para el hermetismo, y lo
               mismo  hizo  el  Kremlin.  La  oficina  de  prensa  notificó  secamente  el  14  de

               agosto  que  el  comandante  de  la  Marina  había  informado  a  Putin  sobre  la
               operación de rescate, pero Putin no dijo nada hasta el 16 de agosto, cuando se

               fue  de  Sochi  no  para  regresar  a  Moscú,  sino  para  asistir  a  una  reunión  de
               antiguos Estados soviéticos en Crimea.

                    El sexto día de la crisis, Komsomólskaia Pravda publicó una lista de los
               ciento dieciocho marineros y oficiales a bordo, tras pagar un soborno de un

               valor  de  600  dólares  para  obtenerla.  Para  los  familiares,  el  informe  del
               periódico fue la primera confirmación de que sus hijos y maridos estaban a
               bordo (y, para entonces, seguramente muertos). Otro titular en el periódico

               directamente desafiaba a Putin: «Los marineros en el Kursk se hundieron en
               el  silencio  ayer.  ¿Por  qué  el  presidente  ha  guardado  silencio?».  Putin  se

               encontró vituperado en los medios. Otro periódico publicó una secuencia de
               fotografías que mostraban a Putin bronceado, al mariscal Serguéiev jugando
               al billar y al comandante de la Marina, Vladímir Koraiedov. El pie de la foto
               decía: «Ellos no se hunden».[47]


                    La  determinación  de  Putin  en  Chechenia,  sus  audaces  promesas  de
               restaurar  la  estabilidad  de  la  nación:  todo  fracasaba  en  esta  nueva  crisis.
               Parecía incapaz de controlar a las fuerzas militares o a una población cada vez

               más  angustiada  y  enfadada,  incitada  por  la  cobertura  de  la  televisión  y  los
               periódicos, que desplegaba la empatía y el hondo pesar que ni Putin ni sus

               comandantes  militares  parecían  exhibir.  Boris  Berezovski,  que  todavía
               albergaba ilusiones de influencia a pesar de las disputas públicas con Putin
               respecto de sus acciones iniciales como presidente, lo llamó por teléfono a
               Sochi el 16 de agosto desde su casa de campo en Antibes.


                    —Volodia,  ¿por  qué  estás  en  Sochi?  —dijo—.  Debes  interrumpir  tus
               vacaciones e ir a esa base de submarino, o al menos a Moscú. —Le advirtió
               que estaba perjudicando su presidencia.


                    —¿Y  entonces  por  qué  estás  en  Francia?  —le  preguntó  Putin
               sarcásticamente.

                    Berezovski señaló que él no era el líder de la nación.

                    —A nadie le importa una mierda dónde estoy yo —dijo.[48]
   225   226   227   228   229   230   231   232   233   234   235