Page 227 - El nuevo zar
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inmediatamente claros, embarrados como estaban por declaraciones
contradictorias de la policía fiscal, el fiscal y otros funcionarios. Sin embargo,
Putin defendió fuertemente la acción al día siguiente, diciendo que nadie
estaría por encima de la ley. Claramente era una señal y establecía un patrón
que se volvería familiar. «No habrá oligarcas como clase», había declarado
Putin en la víspera de las elecciones.[43] El registro no afectó de forma
inmediata al conglomerado de medios de Gusinski, que cubrió los sucesos
con fervorosa indignación. Putin insistió en que no habría limitación a la
libertad de expresión, pero nadie del bando de Gusinski le creyó.
El ataque persecutorio en Media-Most coincidió con la primera visita
oficial del presidente Clinton a Moscú bajo el nuevo presidente de Rusia.
Putin no había hecho de la política exterior la principal prioridad de su
presidencia, aunque en abril logró que la Duma ratificara el Tratado de
Reducción de Armas Estratégicas (START II, por sus siglas en inglés), un
tratado negociado por Yeltsin casi una década antes para reducir los arsenales
nucleares de Estados Unidos y Rusia. Clinton estaba ansioso ahora por
persuadir al nuevo líder ruso de aceptar los planes estadounidenses de
construir una defensa de misiles a pesar de los límites impuestos por el
Tratado sobre Misiles Antibalísticos, un pacto crucial de la Guerra Fría al que
se le atribuye haber evitado una carrera armamentista nuclear en continuo
aumento. Clinton esperaba hacer de las defensas de misiles uno de sus últimos
logros antes de dejar el cargo, pero, desde que Ronald Reagan propuso por
primera vez su visión «Star Wars» de un escudo antimisiles, líderes soviéticos
y rusos se habían opuesto furiosamente a cualquier propuesta que lo
permitiera. Putin no iba a ser diferente, por el temor de que incluso el
rudimentario sistema defensivo que consideraba Clinton pudiera finalmente
socavar la última palanca que Rusia tenía como superpotencia. Aunque
Clinton quería llegar a un acuerdo, Putin calculó que tendría mejores
resultados negociando con el siguiente presidente estadounidense. Su hastío
hacia los estadounidenses había aumentado con las amonestaciones de
Clinton sobre la guerra en Chechenia. Esta vez, Clinton también planteó
objeciones al ataque a Media-Most —con Putin al lado y, enfáticamente, en
una entrevista con una emisora de radio, Ejo Moskvi, que era propiedad de
Gusinski—. Luego, Clinton hizo una visita a Boris Yeltsin, a quien después
de ocho años en funciones consideraba un amigo. «Boris, la democracia
habita tu corazón —le dijo Clinton—. La confianza del pueblo está en tus