Page 224 - El nuevo zar
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soviéticos y postsoviéticos y era conocido como un negociador pragmático
respetado por sus homólogos en Occidente. Los medios amarillistas lo
apodaron «Misha Dos por Ciento», por los rumores de que se llevaba una
comisión en los acuerdos financieros que negociaba con los banqueros —lo
cual negó fervientemente—, pero sus credenciales como economista de
mercado eran incuestionables, y su nombramiento puso de relieve la acogida
cautelosa pero segura por parte de Putin de las privatizaciones de la década de
1990. Más importante, luego de la agitación política que había visto pasar a
seis primeros ministros desde 1998, fue que el nombramiento de Kasiánov no
provocó una nueva crisis constitucional con el Parlamento.
Las primeras opciones políticas de Putin reflejaron reformas
liberalizadoras que fueron celebradas por las grandes empresas en el país y el
exterior. Impuso un impuesto fijo sobre la renta del 13 % para personas
físicas, y bajó el impuesto sobre la renta de las personas jurídicas, del 35 % al
24 %, con vigor a partir de enero de 2002. Prometió que Rusia iba a tener
impuestos más bajos, pero que también esperaba que las personas —y las
empresas— los pagaran, tras una década en la que casi todos los rusos los
evadieron por todos los medios posibles. El nuevo Gobierno de Putin adoptó
leyes de propiedad que permitieron que la propiedad privada se vendiera y
comprara, e institucionalizó los reglamentos de trabajo que regían el empleo
privado, eliminando algunas de las incertidumbres que habían paralizado la
inversión e invitado a la corrupción y la ilegalidad. A flote gracias a los
crecientes precios del petróleo y la lenta recuperación desde la suspensión de
pagos de 1998, Rusia por primera vez equilibró su presupuesto. Comenzó a
cancelar sus deudas con el Fondo Monetario Internacional y otros antes de lo
programado. La presidencia de Yeltsin había sido errática, pero había sentado
las bases para un auge económico. El producto interior bruto, que había
crecido un 5 % en 1999, se duplicó durante el primer año en funciones de
Putin y, luego, aumentó más de un 6 % de promedio en los siete años
siguientes.[38] El capitalismo del Salvaje Oeste de la década de 1990 había
creado una clase alta decadente y una cantidad de negocios, restaurantes y
clubes que complacían gustos ridículamente exclusivos, pero ahora los frutos
de la economía de mercado comenzaban a llegar, poco a poco, a las filas
medias de la sociedad, especialmente en Moscú y otras ciudades. Putin
parecía ser el administrador competente y eficiente que había sido como
subalterno en San Petersburgo y luego en Moscú.