Page 221 - El nuevo zar
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marido malcriaba amorosamente a las niñas, pero reconoció que «lo ven más
a menudo en la televisión que en casa». Tenían sirvientes y cocinero, lo que le
ahorró a Liudmila las frustraciones que había sentido cuando le cocinaba a su
marido siendo recién casados. Sin embargo, su vida juntos ya no era algo que
ella pudiera controlar. «Ya no hago planes —dijo—. Solía hacerlos, y, cuando
se derrumbaban, me enfadaba y ofendía. Pero ahora entiendo que es más fácil
no hacer planes para vacaciones o escapadas o tiempo libre en conjunto, para
no decepcionarme.»[31]
Rusia, al igual que la Unión Soviética, tenía poca experiencia con eso de
que la esposa de un líder asumiera un rol público como primera dama. La
distinguida esposa de Gorbachov, Raísa, lo había acompañado con frecuencia
en sus viajes y había abrazado causas públicas, pero esto resultaba todavía
una novedad que no era bienvenida universalmente. La esposa de Yeltsin
despreciaba la publicidad y mayormente la evitaba, y lo mismo hacía
Liudmila. En 1998 y 1999 había trabajado brevemente como representante en
Moscú de una compañía de comunicaciones, Telekominvest, que tenía raíces
en San Petersburgo y vínculos con un amigo de la familia, Leonid Reiman,
que prestaría servicios como ministro de Telecomunicaciones de Putin. Ella
ganaba el equivalente a 1.500 dólares al mes, pero dejó el empleo cuando su
marido se convirtió en primer ministro, aunque algunos dijeron que ella
continuó involucrada en acuerdos de negocios.[32] Como primera dama
ahora, acompañaba a su marido en actos oficiales, especialmente con
dignatarios visitantes, como Tony Blair, el primer líder occidental que se
reunió con Putin tras su inesperado ascenso. Los Putin llevaron a los Blair al
teatro Mariinski en Petersburgo para ver una función de la ópera de Serguéi
Prokófiev Guerra y paz. Pareció al principio que ella iba a ejercer un rol más
público. Tras la ceremonia de investidura, abrazó el problema de la
alfabetización: promovió la lectura y los idiomas, y fundó el Centro para el
Desarrollo de la Lengua Rusa, que organizaba proyectos con el objeto de
«mejorar el prestigio» de la cultura rusa en todo el mundo.[33] Sin embargo,
excepto por su participación en las entrevistas para humanizar la figura de
Putin, Liudmila no tuvo ningún rol en la campaña de su marido y ninguno en
su Gobierno. Putin mismo se enfurecía incluso ante las preguntas más
benignas acerca de su vida juntos. Cuando Mijaíl Leóntiev le preguntó con
suavidad si tenía tiempo para ver a su familia, Putin replicó secamente «Los
veo» y la declaración fue seguida de un corte notorio en la entrevista. En