Page 236 - El nuevo zar
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                                          EL ALMA DE PUTIN









               En la tarde del 11 de septiembre de 2001, Putin congregó a cuarenta y ocho
               periodistas  en  el  Kremlin  para  conferirles  los  honores  del  Estado,  una

               tradición de tiempos soviéticos. En sus breves declaraciones ante las cámaras
               de televisión, distinguió a los corresponsales de guerra que informaban desde
               Chechenia y que, así, confrontaban la «propaganda bélica bien organizada y

               generosamente pagada» de los rebeldes. «El proceso de paz allí está cobrando
               ímpetu mayormente por los logros de ustedes», les dijo. El hombre que había
               neutralizado a la única cadena de televisión privada y a la única cadena estatal

               que mostraba autonomía declaró luego a los medios un importante pilar de la
               nueva Rusia. «Serían imposibles los enormes cambios políticos y económicos
               en Rusia  sin  los  medios  de  masas  libres»,  dijo.  La  ceremonia  acababa  de

               terminar  cuando  sus  consejeros  de  seguridad  lo  llamaron  a  una  sala  de
               conferencias  donde  vieron  informativos  de  televisión  sobre  los  aviones
               comerciales que se estrellaron contra el World Trade Center y el Pentágono,

               un  ataque  realizado  por  Al  Qaeda,  la  organización  que  los  rusos  habían
               sostenido durante largo tiempo que ayudaba a los rebeldes chechenos. Putin
               se volvió hacia Serguéi Ivanov, su antiguo amigo y colega del KGB. «¿Qué

               podemos hacer para ayudarlos?», le preguntó.[1]

                    Más adelante, muchos consideraron cínica la respuesta de Putin, pero en
               las  horas  posteriores  a  los  ataques  actuó  con  celeridad  y  resolución  para

               ayudar  a  un  país  que  veía  con  persistente  desconfianza.  Intentó  llamar  por
               teléfono al presidente George W. Bush, pero no pudo comunicarse con él ya
               que el Air Force One* subía y bajaba por todo Estados Unidos. Cuando la
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