Page 237 - El nuevo zar
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consejera de Seguridad Nacional de Bush, Condoleezza Rice, intentó llamar a
               Ivanov,  Putin  de  inmediato  se  puso  al  teléfono.  Le  aseguró  que  no
               incrementaría la alerta militar de Rusia en respuesta al movimiento de Estados
               Unidos  hacia  un  pie  de  guerra;  de  hecho,  redujo  la  alerta  y  suspendió  un

               ejercicio militar en el océano Pacífico que había comenzado el día anterior,
               que simulaba un conflicto nuclear con Estados Unidos. «¿Hay algo más que

               podamos hacer?», le preguntó a Rice. Un pensamiento centelleó en la mente
               de esta: «La Guerra Fría realmente ha acabado».[2]

                    Putin fue el primer líder mundial en llamar a la Casa Blanca, incluso antes
               de que la magnitud del ataque estuviera clara. Luego llamó por teléfono al

               primer ministro Tony Blair en Gran Bretaña y al canciller Gerhard Schröder
               en  Alemania,  y  repitió  que  el  mundo  debía  unirse  contra  el  flagelo  del
               terrorismo.  En  contraste  con  su  silencio  cauteloso  después  del  desastre  del

               Kursk  y  otros  importantes  sucesos,  Putin  salió  en  televisión  y  expresó  sus
               condolencias  a  las  víctimas  de  lo  que  llamó  «un  acto  de  agresión  sin

               precedentes».  «El  suceso  acaecido  en  Estados  Unidos  hoy  traspone  las
               fronteras nacionales. Es una provocación descarada a toda la humanidad, al
               menos a la humanidad civilizada», dijo. Dejó claro que la estrategia era una
               oportunidad para redefinir las relaciones internacionales y combatir «la plaga

               del siglo XXI». «Rusia conoce de primera mano qué es el terrorismo —dijo—.
               Así  que  podemos  entender  muy  bien  los  sentimientos  del  pueblo

               estadounidense. En nombre de Rusia, me dirijo al pueblo de Estados Unidos
               para decirle que estamos con vosotros, compartimos y experimentamos total y
               completamente vuestro dolor.»[3]


                    Para cuando Bush le devolvió la llamada, el 12 de septiembre, Putin había
               decretado un minuto de silencio en solidaridad, marcando un tono desde el
               Ejecutivo  que,  al  menos  por  un  tiempo,  atemperó  la  virulenta  disposición

               antiestadounidense que animaba la política en Rusia. A solo dos años de las
               protestas antiestadounidenses contra la guerra de la OTAN en Serbia, muchos
               rusos  —aunque  ciertamente  no  todos—  siguieron  el  ejemplo  de  Putin.

               Colocaron flores frente a la embajada de Estados Unidos, y también el tono
               de la televisión estatal, donde el ánimo del Kremlin se manifestaba cada vez
               más, acusó un cambio marcado. «El bien triunfará sobre el mal —dijo Putin a

               Bush—. Quiero que sepas que en esta lucha vamos a estar juntos.»[4]
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