Page 279 - El nuevo zar
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Brézhnev. Koni se sumó al caniche, Toska,[50] que Putin había regalado a sus
               hijas,  y  pronto  se  convirtió  en  su  favorita  y  lo  acompañaba  incluso  a
               reuniones  oficiales  en  su  residencia,  a  modo  de  apoyo  humanizador  o
               intimidante.[51] Cuando Bush visitó Novo-Ogariovo, Putin comparó a Koni

               con el terrier escocés de Bush, Barney. «Más grande, más rápida, más fuerte»,
               dijo.[52]

                    La noticia de los cachorros recibió mucha más cobertura que los partidos

               adversarios, que al final del día habían sido derrotados. Rusia Unida, a pesar
               de no tener una identidad política independiente, ganó cómodamente con un
               36 % de los votos, suficiente bajo el sistema de distribución de escaños para

               ganar una mayoría rotunda en la Duma. El Partido Comunista ganó menos de
               un 13 % de los votos, la mitad de los obtenidos cuatro años antes, cuando la
               carrera  política  de  Putin  acababa  de  comenzar.  Yeltsin  había  derrotado  por

               poco  una  resurrección  comunista  en  1996,  apenas  cinco  años  después  del
               colapso  de  la  Unión  Soviética;  Putin  había  enterrado  efectivamente  la

               amenaza para siempre.

                    El Partido Liberal-Demócrata y la recién nacida Rodina ganaron casi la
               misma cantidad de votos y dejaron hirviendo de furia a Guenadi Ziugánov.
               «Esta farsa vergonzosa que se nos muestra hoy no tiene nada que ver con la

               democracia», dijo.[53] Yábloko, baluarte de la política liberal desde los días
               de  la  perestroika,  y  la  Unión  de  Fuerzas  de  Derecha,  dominada  por  los
               reformistas económicos liberales que más habían protestado contra el arresto

               de Jodorkovski, no lograron siquiera llegar al umbral del 5 % requerido para
               obtener un bloque de escaños. Se habían apagado bajo la presión del Kremlin

               y  habían  sucumbido  a  las  luchas  internas.  Excepto  por  un  puñado  de
               diputados que ganaron mandatos individuales, la Duma no tendría un bloque
               liberal por primera vez desde el colapso soviético. Para cuando se contaron
               los  votos  finales  y  se  distribuyeron  los  escaños,  Putin  contaba  con  una

               mayoría parlamentaria, con más de trescientos de los cuatrocientos cincuenta
               escaños; en otras palabras, suficiente para adoptar cualquier legislación que el

               Kremlin considerara adecuada e incluso para modificar la Constitución, que la
               gente  había  comenzado  a  notar  limitaba  al  presidente  en  ejercicio  a  dos
               mandatos.  «Ahora  tenemos,  otra  vez,  un  Parlamento  unipartidario»,  dijo
               sombríamente  el  líder  de  Yábloko,  Grigori  Yavlinski,  la  mañana  tras  la

               votación, sentado en el hotel Kempinski, elegantemente reformado y con vista
               a  la  plaza  Roja,  un  símbolo  por  sí  mismo  de  la  prosperidad  que  había
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