Page 281 - El nuevo zar
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ANNUS HORRIBILIS
El 1 de septiembre de 2004, Putin estaba en Sochi, a orillas del mar Negro,
intentando pasar, sin mucho éxito, los últimos días de las tradicionales
vacaciones de agosto del país en un clima subtropical. Para entonces, pasaba
más tiempo en las instalaciones presidenciales ubicadas allí que en cualquiera
otra de las residencias oficiales del Kremlin fuera de Moscú. Era allí donde
realizaba con frecuencia reuniones con líderes extranjeros, incluida una el día
anterior con Jacques Chirac, de Francia, y Gerhard Schröder, de Alemania, la
«troika» que se había opuesto públicamente a la guerra estadounidense en
Irak. Sin regocijarse exactamente, sentían que sus advertencias de un desastre
se habían confirmado cuando al raudo derrocamiento estadounidense del
Gobierno de Sadam Huseín siguió una insurgencia mortal. Putin se había
vuelto tan cercano a Schröder que lo ayudó con la adopción de un huérfano
ruso para él y su esposa. Los líderes, haciendo causa común con Putin contra
la política bravucona de George Bush, callaban las críticas de sus respectivos
países hacia Rusia, incluida la guerra en Chechenia.
Las vacaciones de agosto de Putin ya se habían visto perturbadas por una
ominosa seguidilla de tragedias. El 21 de agosto, un audaz ataque de
insurgentes en Chechenia mató al menos a cincuenta personas. Antes, en
junio, un ataque similar en la vecina Ingusetia había matado a casi cien
personas, y se había producido apenas días antes de que Chechenia celebrara
unas nuevas elecciones, que Chirac y Schröder elogiarían como una prueba de
que Putin buscaba una solución política al conflicto, ahora en su quinto año.
Luego, durante la noche del 24 de agosto, dos aviones de pasajeros