Page 285 - El nuevo zar
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insistió en que no debía haber cambios constitucionales. Aún buscaba el visto
               bueno de la democracia, aunque en una carrera en la que no afrontaba, por
               designio del mismo Kremlin, ninguna competencia real. El Kremlin quedó en
               la posición de tener que reclutar a sus propios candidatos como oponentes a

               Putin, incluidos Yavlinski y un antiguo legislador de San Petersburgo, Serguéi
               Mironov,  que  aceptó  la  candidatura  de  un  pequeño  partido  con  el  ruego

               ferviente  de  votar  por  el  presidente  en  funciones.  «Cuando  un  líder  de
               confianza sale a la batalla —dijo de Putin— no se lo debe dejar solo.»[9] Los
               liberales de entonces no eran más capaces de ponerse de acuerdo respecto de
               un candidato de lo que lo habían sido para unirse como un bloque antes de las

               elecciones parlamentarias. Irina Jakamada, una rusa de ascendencia japonesa
               y  una  de  las  mujeres  más  prominentes  en  política,  terminó  presentando  un

               desafío en solitario. Su propio partido, la Unión de Fuerzas de Derecha, se
               negó a respaldarla.

                    Desde el exilio en Londres, Boris Berezovski financiaba a otro candidato,

               Iván  Ribkin,  un  antiguo  presidente  de  la  cámara  de  la  Duma  y  aliado  de
               Yeltsin. Finalmente abandonó, pero no sin antes inyectar mayor dramatismo a
               la  campaña  al  desaparecer  durante  cuatro  días  en  febrero,  en  que  las
               autoridades anunciaron una investigación sobre su posible asesinato. Cuando

               apareció, prometió continuar con su campaña. Luego se marchó sin demora a
               Londres,  donde  se  reunió  con  los  asistentes  de  Berezovski,  incluido

               Aleksandr  Litvinenko,  el  antiguo  funcionario  del  FSB  que  se  había  hecho
               conocido por sus acusaciones contra la agencia. Litvinenko había abandonado
               Rusia  en  octubre  de  2000,  y  se  había  establecido  en  Londres  con  el
               mecenazgo  financiero  de  Berezovski.  Ribkin  ahora  alegaba  que  había  sido

               secuestrado y drogado en Kiev, adonde había acudido con una invitación para
               reunirse  con  el  jefe  de  los  separatistas  chechenos,  Aslán  Masjádov,  el

               expresidente y ahora uno de los criminales más buscados de Rusia. Lo poco
               plausible  de  que  Masjádov  se  arriesgara  a  viajar  a  Ucrania,  donde  los
               servicios de seguridad de Rusia estaban profundamente enquistados, parecía

               no habérsele ocurrido a Ribkin.

                    Ribkin dijo que había perdido la conciencia durante cuatro días después
               de  tomar  té  y  bocadillos  en  un  piso  de  Kiev.  Cuando  volvió  en  sí,  dos
               hombres  rusos  armados  le  enseñaron  una  cinta  de  vídeo  que  se  negó  a

               describir  en  detalle,  excepto  que  estaba  hecha  por  «pervertidos»  y  que  su
               intención era humillarlo para que guardara silencio.[10] Litvinenko alegó que
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