Page 287 - El nuevo zar
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Baiki kremlevskogo diggera [Cuentos de una excavadora del Kremlin]. Había
sido un éxito de ventas, y en él describía con detalles chismosos los esfuerzos
del Kremlin por controlar los informes del grupo de prensa, incluido un
incidente en que Putin regañó a un niño que había sido golpeado por un
coche. «De ahora en adelante —le dijo al chico— no volverás a violar el
reglamento de tráfico», Tregúbova daba por sentado que la explosión se
vinculaba de alguna forma con las elecciones próximas. No estaba herida,
pero sí bastante nerviosa, y abandonó Rusia. «Se está volviendo incómodo
vivir en esta ciudad», dijo.[13] Cuatro días después, un terrorista suicida se
inmoló en un metro en el centro de Moscú; mató a cuarenta y una personas e
hirió a más de doscientas. Uno de los acusados de organizar esto estuvo luego
involucrado en el ataque de la explosión del metro en Rízkaia, seis meses más
tarde.[14] El 14 de febrero, dos días después del comienzo oficial de la
campaña, colapsó el techo de un nuevo y popular parque acuático cubierto en
el sur de Moscú. El parque Transvaal simbolizaba las instalaciones que el
auge económico de Putin estaba acercando a la emergente clase consumidora
del país: un paraíso tropical cubierto en el norte glacial. Veintiocho personas
murieron en la catástrofe, que los diseñadores del edificio adjudicaron a un
ataque terrorista pero que, de hecho, fue causada por un defecto de
construcción. Era imposible culpar a Putin directamente por cualquiera de
estos sucesos, pero colectivamente eran una medida tan certera de su
Gobierno como los éxitos económicos que con alegría se acreditaba. Iván
Ribkin produjo un lacerante anuncio de estilo estadounidense que mostraba
las catástrofes del metro y el parque acuático, junto con el estado lamentable
de la educación y el sistema sanitario, pero las cadenas de televisión estatal
simplemente se negaron a transmitirlo.[15]
Aun así, el equipo político de Surkov no dejó nada librado al azar. El
Kremlin impartió órdenes a regiones periféricas para que especificaran el total
de votos para Putin y el número de votantes. Las autoridades de Jabárovsk, en
el Lejano Oriente, amenazaron con darles el alta a pacientes hospitalizados si
no podían probar que habían recibido papeletas para votar por correo. Un
funcionario de Vivienda en San Petersburgo envió una carta a los porteros de
edificios en que les ordenaba asegurar una concurrencia del 70 %.[16]
Anticipándose a los deseos del Kremlin, los burócratas locales les ponían
obstáculos a los rivales de Putin para evitar que montaran sus campañas. La
policía interrumpió un mitin político en Ekaterimburgo con el argumento de