Page 305 - El nuevo zar
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anterior, Leonid Kuchma, un burócrata soviético que había sido elegido como
reformista en 1994, pero que luego se volvió cada vez más autoritario y
corrupto al tiempo que Ucrania se tambaleaba en su transición hacia la
democracia y el capitalismo. El país experimentaba el mismo caos y
corrupción, pobreza y delincuencia que Rusia en el pasado, pero había una
diferencia crucial. Para muchos ucranianos, el deceso de la Unión Soviética
no era una catástrofe, sino una liberación: un resurgimiento de la
independencia respecto de Moscú, que el país había experimentado solo
brevemente, durante los años caóticos que siguieron a la Revolución
bolchevique en 1917.
Con casi cuarenta y ocho millones de personas en 2004, Ucrania era la
segunda en tamaño y la más importante de las antiguas repúblicas soviéticas,
un centro industrial y agrícola que había sido devastado por la guerra civil;
por las políticas de colectivización de Iósif Stalin, que produjeron una
hambruna; y luego por la Gran Guerra Patriótica, cuando fue ocupada y
saqueada por los nazis y luego recuperada otra vez por los ejércitos
liberadores soviéticos. Ucrania perdió más de tres millones de personas
durante la guerra, más de un sexto de su población en aquel tiempo, y las
cicatrices eran profundas. La condición de nación de Ucrania —su identidad
nacional— seguía siendo débil. Estaba muy dividida geográfica y étnicamente
entre ucranianos y rusos —entre otros grupos—; entre aquellos que acogían la
liberación que llegó con el derrumbe de la Unión Soviética y aquellos que
lamentaban su deceso. Los ucranianos mantenían lazos históricos y culturales
con los rusos, pero el espíritu nacionalista que emergió en los primeros años
de independencia del país se asemejaba al de otras antiguas repúblicas, como
Lituania, Letonia y Estonia, que habían soportado cinco décadas de ocupación
soviética y ahora eran parte de la OTAN y la Unión Europea. La población
adoptó símbolos ucranianos y nombres ucranianos para las ciudades, incluida
la capital, que se había llamado en ruso Kiev durante siglos, pero que durante
la independencia volvió al estilo ucraniano, Kyiv.
Durante toda su presidencia, Kuchma mantuvo el equilibrio con Rusia,
por un lado, y la Unión Europea e incluso la OTAN, por el otro. Su Gobierno
conservaba estrechos lazos económicos y diplomáticos con Rusia, pero
también despachaba tropas ucranianas a Irak como parte de la coalición
liderada por Estados Unidos que estaba luchando entonces por restablecer el
orden tras la deposición de Sadam Huseín. Al igual que la propia Ucrania,