Page 307 - El nuevo zar
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Cáucaso. El presidente del país, Eduard Shevardnadze, era un exministro de
               Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, un exconsejero cercano a Mijaíl
               Gorbachov y un hombre al que muchos en Rusia culpaban por el colapso que
               siguió a la perestroika. Shevardnadze regresó a su república natal y, a tumbos,

               llegó  al  poder  después  del  violento  nacimiento  de  Georgia  como  Estado
               independiente, fracturado por guerras incitadas por combatientes rusos, que

               establecieron las regiones escindidas de Abjasia y Osetia del Sur dentro de las
               fronteras internacionalmente reconocidas del país.

                    Después de que las elecciones parlamentarias de Georgia en noviembre de
               2003  estuvieran  amañadas,  miles  de  personas  salieron  a  las  calles  para

               protestar.  Tenían  la  capacitación  y  el  financiamiento  de  organizaciones
               internacionales fundadas por George Soros y el Congreso de Estados Unidos,
               entre otras. Cuando Shevardnadze intentó investir el nuevo Parlamento el 22

               de noviembre, los manifestantes atacaron el edificio, conducidos por el líder
               de la oposición, Mijeíl Saakashvili. Shevardnadze tuvo que pedirle ayuda al

               Kremlin. Llamó por teléfono a Putin esa noche mientras este cenaba con sus
               altos  consejeros  en  uno  de  los  más  famosos  restaurantes  georgianos  de
               Moscú.[3]  Putin  le  ordenó  a  su  ministro  de  Relaciones  Exteriores,  Ígor
               Ivanov, que volara a Tiflis, la capital de Georgia, para mediar, aunque con

               claras instrucciones de que no permitiera que la muchedumbre depusiera a un
               jefe  de  Estado  electo.  Finalmente,  Ivanov  fracasó  y  Shevardnadze,

               malinterpretando  el  nivel  de  apoyo  que  tenía  de  Moscú,  dimitió.  La
               Revolución  de  las  Rosas,  como  pasó  a  llamarse,  empujó  a  Saakashvili  al
               poder. Las elecciones parlamentarias fueron seguidas por su elección como
               presidente en enero de 2004. Saakashvili se consideraba el Putin de Georgia,

               un líder fuerte decidido a restablecer la estabilidad del país. En uno de sus
               primeros  actos  en  funciones,  voló  a  Moscú  para  reunirse  con  Putin,

               adulándolo  como  una  fuente  de  inspiración  política.  Sin  embargo,  Putin
               estaba  alarmado  por  la  destitución  de  Shevardnadze  y  los  instintos
               occidentalizadores  de  Saakashvili.  Putin  respondió  a  la  adulación  con  una

               diatriba  acerca  de  los  antiguos  países  del  Pacto  de  Varsovia  que  hoy  se
               convertían  en  «esclavos  de  Estados  Unidos».[4]  Las  relaciones  de  Georgia
               con Rusia fueron cuesta abajo desde entonces.

                    Para  Putin,  el  riesgo  en  Ucrania  era  mucho  más  alto.  Georgia  era  un

               Estado menor que no planteaba ninguna gran amenaza para la influencia de
               Moscú. Ucrania, por el contrario, mantenía profundos lazos étnicos, culturales
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