Page 312 - El nuevo zar
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arreglaba  el  pelo  con  la  trenza  típica  de  los  campesinos.  Con  Yúshchenko
               fuera  de  juego  por  su  tratamiento,  ella  llevó  adelante  la  campaña  por  él  y
               realizó  acusaciones  encendidas  respecto  del  Gobierno  de  Kuchma  y  la
               perspectiva de que Yanukóvich solo llevaría al país aún más cerca de Rusia.


                    Con las elecciones cada vez más próximas, la campaña de Yúshchenko
               cobró  impulso.  Los  informes  de  inteligencia  que  le  llegaban  a  Putin  cada
               mañana  debieron  haber  confirmado  sus  peores  temores  sobre  la  vileza

               occidental, pues describían en detalle un plan elaborado para rodear a Rusia.
               Lo  que  estaba  sucediendo  en  Ucrania  era  sin  duda  el  preludio  de  una
               incursión  final  en  la  propia  Rusia.  Esta  conspiración  debía  mucho  a  la

               imaginación  febril  de  los  servicios  de  inteligencia  de  Rusia,  pero  Estados
               Unidos,  Alemania  y  otras  naciones  europeas  alimentaron  la  fiebre
               suministrando  dinero  a  organizaciones  en  Ucrania  que  promovían  la

               democracia, la sociedad civil, las reformas legales y el ecologismo. Desde el
               colapso  de  la  Unión  Soviética,  estas  organizaciones  no  gubernamentales

               (ONG)  habían  operado  en  toda  Europa  Oriental,  incluso  en  Rusia,  con  el
               propósito  de  ayudar  a  las  nuevas  naciones  independientes  a  realizar  la
               transición  de  sistemas  unipartidarios  a  democracias  abiertas  y
               multipartidarias.  En  Serbia  en  2000  y,  luego,  en  Georgia  en  2003,  habían

               brindado  apoyo  a  protestas  políticas  pacíficas  que  finalmente  depusieron
               gobiernos escleróticos. Aunque sus fondos eran modestos —rara vez, más de

               unos pocos millones de dólares o euros cada una—, representaban la agentura
               que Putin temía.

                    Las empresas rusas, bajo presión del Kremlin, respondieron con promesas

               de dinero para Yanukóvich durante esa misma reunión en Yalta. Alrededor de
               la mitad de los 600 millones de dólares que, se creía, había gastado el equipo
               de Yanukóvich —el equivalente a un 1 % del producto interior bruto del país
               —  provenía  de  Rusia.[11]  Como  señal  de  la  profundidad  de  su

               involucramiento personal, Putin puso a su propio secretario de Estado, Dmitri
               Medvédev,  a  cargo  de  la  operación  política  del  Kremlin  en  Ucrania.

               Medvédev,  que  había  realizado  las  campañas  de  Sobchak  y  Putin  en  el
               pasado, mandó a Ucrania a consejeros de confianza, como Gleb Pávlovski y
               Serguéi Márkov. En agosto, los operadores políticos del Kremlin abrieron un
               espacio llamado Casa de Rusia en un hotel central en Kiev, aparentemente

               para promover la buena voluntad entre Rusia y Ucrania, pero en realidad para
               llevar  adelante  la  campaña  del  Kremlin  por  Yanukóvich.  Orquestaron  la
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