Page 313 - El nuevo zar
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misma clase de operación que caracterizaba las elecciones en Rusia: cobertura
acrítica en la televisión estatal de mítines ensayados a favor de Yanukóvich y
ataques rabiosos contra Yúshchenko como agente de Occidente. Una
provisión de pósteres producidos por los consejeros de Yanukóvich mostraba
el eslogan naranja de Yúshchenko bajo una foto del presidente Bush
montando a Ucrania como un cowboy. La esposa de Yanukóvich, Liudmila, se
quejó en un mitin en Donetsk de que a los partidarios de Yúshchenko los
estadounidenses les daban botas de fieltro y naranjas con narcóticos,
declaraciones que enseguida fueron remixadas en una canción pop que fue la
banda sonora de la siguiente revuelta política.
Por su parte, Putin se volcó de lleno en la campaña y se reunió con
Kuchma y Yanukóvich de forma reiterada. En la víspera de la primera vuelta
de la votación, el 31 de octubre, viajó a Kiev para una visita de Estado en la
que aparentemente se celebraba el sexagésimo aniversario de la liberación de
Ucrania de manos de los nazis por la Unión Soviética en 1944. La noche
anterior al desfile, apareció incluso en horario de máxima audiencia en tres
canales de televisión estatal, en una entrevista con preguntas del público, en
que transmitió magnanimidad y preocupación por los asuntos a los que hacían
frente los ucranianos. Aprobó la independencia y la soberanía de Ucrania,
pero también dejó claro que un error histórico había separado a las dos
naciones hermanas de su alianza natural.[12]
Varias de estas preguntas, enviadas al programa por correo electrónico o
fax o hechas a través de llamadas telefónicas en directo, lamentaban el
derrumbe de la Unión Soviética. Una persona le pidió a Putin que se postulara
como presidente de Ucrania. Putin declinó con modestia. Era imposible
reconstruir la Unión Soviética, dijo, pero el futuro de Ucrania yacía en
estrechar sus lazos económicos con Rusia. Nunca mencionó a Yúshchenko,
pero cinco veces elogió la Administración de Yanukóvich como primer
ministro. Putin, para entonces habituado a esos formatos en su país, rebosaba
encanto y humildad. El presentador exclamó que había seiscientas llamadas
entrantes por minuto en las líneas telefónicas del programa. Putin recitó —en
ucraniano— un fragmento de un poema de Tarás Shevchenko, el poeta
nacional de Ucrania, aunque debió admitir que, si bien entendía algo de
ucraniano, no lo hablaba. Un escolar llamado Andréi quiso saber si podía
sacarse una foto con él —«Vladímir Vladímirovich, ¿cree en los sueños?»,
comenzó—, y al día siguiente Putin aceptó y apareció con el pequeño Andréi