Page 311 - El nuevo zar
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agentes e informantes que traicionan al Estado en favor de los países que
buscan destruirlo: agentura. «La agentura, tanto dentro como fuera de
nuestros países, lo intenta todo para poner en peligro la integración entre
Rusia y Ucrania», dijo.[8]
«Miradme la cara», declaró Víktor Yúshchenko cuando regresó a Kiev el 21
de septiembre después de su tratamiento en el hospital austríaco. La fuente de
su envenenamiento, ni siquiera el hecho mismo, todavía no estaba clara, pero
fue directamente al Parlamento ucraniano, la Rada Suprema, para acusar a
enemigos sin nombre de tratar de detener su candidatura. Su aparición fue una
sensación. Yúshchenko, un banquero central que ayudó a crear la nueva
moneda del país, la grivna, había prestado servicios como primer ministro de
Kuchma durante dos años, antes de que fuera depuesto por aquellos que se
oponían a su visión occidentalizadora para el futuro de Ucrania. Respaldaba
fuertemente a la Unión Europea y la OTAN. El hecho de que su esposa fuera
una ucraniana-estadounidense de la diáspora en Chicago solo confirmaba lo
peor para sus críticos, incluido Kuchma, a quien se oyó en las grabaciones
secretas vociferar con grosería que ella era una agente de la CIA.[9] (También
mandó que los siguieran a ambos.) Ahora Yúshchenko, de pie en el estrado de
la Rada, acusaba a los aliados de Kuchma de conspirar para asesinarlo. «Lo
que me sucedió no fue causado por la comida o mi dieta, sino por el régimen
político de este país. Amigos, no estamos hablando hoy sobre comida
literalmente: hablamos de la cocina política ucraniana, donde los asesinos
están en el menú.»[10] Oculto bajo su traje, tenía un catéter en la columna,
que le inyectaba sedantes para aliviarle el dolor que padecía. Cuatro días
después, voló de regreso a Viena para seguir su tratamiento.
Yúshchenko no era un político carismático, pero su campaña estaba bien
fundada y era astuta. Había elegido un simple mensaje —Tak, «Sí»— y
adoptó el color naranja; luego, empapeló la ciudad con banderas, carteles y
anuncios. También forjó una alianza con Yulia Timoshenko, una nacionalista
formidable y magnate de la energía que había manipulado el sistema soviético
desmoronado para enriquecerse, como Mijaíl Jodorkovski en Rusia. Su
ambición era asombrosa y, como mujer en un ambiente político dominado por
hombres, utilizaba descaradamente su atractivo como soporte político y se