Page 306 - El nuevo zar
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Kuchma parecía confuso. Para sus muchos críticos, simplemente carecía de la
               convicción necesaria: era un cleptócrata motivado por la avaricia y el poder,
               comprometido con los oligarcas del país. Sin embargo, nunca tuvo la voluntad
               o  el  poder  para  sofocar  la  política  como  había  hecho  Putin,  porque  las

               divisiones  del  país  aseguraban  centros  de  poder  en  pugna.  Los  oligarcas
               mismos del país tenían lealtades y ambiciones divididas y, por lo tanto, nunca

               permanecían del todo subordinados. Putin había domado a los oligarcas de
               Rusia, mientras que, en Ucrania, todavía daban su apoyo —y su efectivo— a
               diferentes facciones políticas, según sus intereses financieros.

                    La  democracia  en  Ucrania  era  inmadura,  revoltosa  y,  por  momentos,

               rabiosa, pero ningún hombre dominaba la política del país. Los opositores de
               Kuchma  disfrutaban  del  apoyo  de  una  cadena  de  televisión,  Canal  5,  que
               había  permanecido  libre  del  control  estatal  y  permitía  una  diversidad  de

               noticias  y  opiniones  que,  a  su  vez,  fomentaban  el  debate  político.  Cuando
               Kuchma  fue  implicado  en  el  asesinato  del  prominente  periodista  Gueorgui

               Gongadze, no pudo reprimir fácilmente las protestas que surgieron contra el
               Gobierno,  ni  pudo  evitar  que  miembros  de  la  oposición  en  el  Parlamento
               exigieran una investigación. En 2000, el cuerpo sin cabeza de Gongadze fue
               encontrado en un bosque fuera de Kiev, solo meses después de que hubiera

               fundado un periódico de investigación que había enfurecido al círculo interno
               de  Kuchma  con  sus  divertidos  informes  sobre  corrupción.  Conversaciones

               grabadas  secretamente  en  la  oficina  de  Kuchma  lo  atraparon  despotricando
               contra los informes de Gongadze e instando a sus asistentes a ocuparse de él.
               [2] Kuchma negó haber ordenado el asesinato, pero su carrera política estaba
               acabada. Muchos habían temido que, con el fin de su segundo mandato en

               2004, intentaría modificar la Constitución para prolongar su Gobierno, pero
               finalmente Kuchma no tuvo opción y dio un paso al lado. A diferencia de las

               apáticas elecciones presidenciales y parlamentarias de Rusia en 2003 y 2004,
               las  de  Ucrania  se  disputaban  con  pasión  y  ferocidad,  y  con  resultados
               inciertos.


                    Putin seguía de cerca la política de Ucrania y la consideraba preocupante.
               La cada vez más baja credibilidad de Kuchma planteaba la posibilidad muy
               real de que la oposición ganara. Putin ya había visto a otra antigua república
               soviética, Georgia, sucumbir a un levantamiento popular y democrático tras

               una votación disputada en 2003. Era un país diminuto de cinco millones de
               personas  en  la  nueva  frontera  meridional  de  Rusia,  la  espina  dorsal  del
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