Page 317 - El nuevo zar
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los  ucranianos  habían  «optado  por  la  estabilidad»,  pero  las  multitudes
               aumentaron más y más, y rodearon el Parlamento y el edificio presidencial en
               un mar naranja. Era la peor pesadilla de Putin.






               Putin voló de Sudamérica a Bruselas para asistir a una reunión con los líderes
               de la Unión Europea, la mayoría de los cuales se habían negado a reconocer
               los  resultados  de  la  elección  en  Ucrania  y,  en  cambio,  exigían  una

               investigación  por  fraude.  La  asociación  amistosa  que  Putin  esperaba
               desarrollar  con  los  europeos  —que  prometía  ampliar  la  cooperación  en

               energía, seguridad, comercio y viajes— se había desgastado cada vez más, y
               Ucrania casi la había roto. «Estoy convencido de que no tenemos el derecho
               de provocar disturbios de masas en un importante Estado europeo», dijo Putin

               tras una tensa reunión privada con los líderes. Estaba acusándolos de alentar a
               la gente congregada en las calles de Kiev. «No debemos transformar en una
               práctica  internacional  resolver  las  disputas  de  este  tipo  con  disturbios

               callejeros.»

                    La insistencia de Putin en que el resultado era «absolutamente claro» dejó
               a Rusia sin estrategia alternativa, y el Kremlin se esforzó por seguir el ritmo

               de  los  acontecimientos.  El  Parlamento  de  Ucrania,  presintiendo  la  marea
               política  que  se  inclinaba  hacia  Yúshchenko,  votó  por  declarar  inválido  el
               resultado de las elecciones. Miembros de las fuerzas de seguridad de Ucrania,
               incluido el solapado organismo sucesor del KGB, comenzaron a romper filas

               y  tomar  partido  por  los  manifestantes.  Ihor  Smeshko,  el  general  que  había
               asistido  a  la  cena  por  la  noche  antes  de  la  enfermedad  desfiguradora  de

               Yúshchenko dos meses antes, ahora también se volvía en contra del bando de
               Yanukóvich  y  declaraba  a  modo  de  advertencia  que  las  tropas  internas  del
               país opondrían resistencia a cualquier orden de aplicar mano dura. Putin había

               presionado a Kuchma para que opusiera resistencia al impulso de llegar a un
               acuerdo, sugiriendo con firmeza que debía ser riguroso al ocuparse del asunto
               de la protesta de masas. «Putin es un hombre severo —dijo luego Kuchma—.

               No es que haya dicho directamente “Pon tanques en las calles”. Fue sutil en
               sus comentarios, pero hubo insinuaciones.»[17]

                    Yanukóvich se retiró a Donetsk, su ciudad natal, para asistir a un congreso

               de líderes políticos de las regiones orientales que permanecían profundamente
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