Page 322 - El nuevo zar
P. 322
religioso y político arrestado reiteradamente por los bolcheviques y,
finalmente, expulsado en 1922. Las ideas de Ilyín proporcionaban una base
intelectual para el entendimiento creciente de Putin respecto del resurgimiento
de Rusia y se volverían más relevantes en debates políticos subsiguientes.
Como ruso blanco en el exilio, Ilyín acogió una visión de una identidad rusa
ortodoxa que el sistema comunista secular se esforzaba en destruir. En sus
escritos, Putin encontraba mucho para sostener el Estado que deseaba crear,
incluso la noción de «democracia soberana». Putin no estaba lamentando el
deceso del sistema soviético, sino el deceso de la idea rusa histórica. Era la
primera vez que Putin citaba a Ilyín, cuyos escritos solo comenzaron a
circular abiertamente en Rusia después de la perestroika: «No nos permitan
olvidar esto —dijo Putin—: Rusia es un país que ha elegido la democracia a
través de la voluntad de su propio pueblo. Escogió este camino por su propia
voluntad y decidirá también sola cómo asegurarse de que los principios de
libertad y democracia se concreten aquí, de acuerdo con nuestras
particularidades históricas, geopolíticas y otras, y respetando todas las normas
democráticas fundamentales. Como nación soberana, Rusia puede decidir y
va a decidir por sí misma el lapso de tiempo y las condiciones para su avance
por este camino».
La referencia de Putin a un filósofo poco conocido fuera o incluso dentro
de Rusia coincidió con la repatriación de sus restos, junto con los del general
Antón Denikin, un comandante zarista del bando perdedor de la guerra civil.
Ilyín había sido sepultado en Suiza; Denikin, en Estados Unidos, pero Putin
respaldó la campaña para repatriarlos al monasterio de Donskói en Moscú.
[25] Se dijo que pagó personalmente la nueva lápida de Ilyín. Todo esto llevó
a un resurgimiento del interés por los trabajos del hombre. La CIA se esforzó
por preparar un análisis que examinara su rol en el pensamiento de Putin y
qué podía acarrear en el futuro. Ilyín promovió la ortodoxia, el patriotismo, la
ley y la propiedad privada como las bases de un Estado. Escribiendo desde el
exilio durante el reino de Stalin y la Gran Guerra Patriótica, elogiaba a los
héroes de la guerra civil con una reverencia y un romanticismo cuyos ecos
reverberaban en la nueva Rusia. Putin podía encontrar mucho que admirar en
las palabras de Ilyín.
El héroe toma la carga de su nación, la carga de sus infortunios, de su lucha, de su búsqueda, y
habiendo tomado esa carga, gana: gana ya solo por eso, lo cual indica a todos el camino a la
salvación. Y su victoria se vuelve un prototipo y un faro, un logro y un llamamiento, la fuente de la