Page 323 - El nuevo zar
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victoria y el comienzo de la victoria para todos los que se conectan con él en un todo a través del
                   amor patriótico. Esa es la razón por la que él es para su pueblo una fuente viviente de alegría y gozo,
                   y ya solo su nombre suena a victoria.[26]






               El 9 de mayo de 2005, el Kremlin celebró el sexagésimo aniversario de la
               victoria en la Gran Guerra Patriótica con una ceremonia más extravagante que
               nunca. Los grandiosos planes incluían decenas de ceremonias y conciertos y

               desfiles militares a través de la plaza Roja, una tradición que Putin reanudó
               después de los años en que Yeltsin redujo los festivos y tradiciones soviéticas.
               El desfile contó con la asistencia de cincuenta y siete dignatarios, incluidos

               los líderes de las naciones vencedoras y vencidas de la guerra: desde George
               Bush hasta Gerhard  Schröder,  Silvio  Berlusconi  y  Junichiro  Koizumi.  Para
               Putin, la guerra se volvió la idea clave de su nuevo nacionalismo, una idea

               conformada  en  buena  medida  por  los  recuerdos  que  tenía  de  escuchar  los
               relatos de sus padres. El enfoque del aniversario había reavivado los debates

               acerca del sometimiento soviético de Europa Oriental y Central tras la guerra,
               pero Putin despreció los reclamos de que Rusia diera cuenta de los aspectos
               más  oscuros  del  pasado  soviético,  más  notoriamente  del  pacto  Ribbentrop-
               Mólotov con la Alemania nazi en 1939, que llevó a la ocupación soviética de

               una parte de Polonia ese año y de los Estados bálticos al año siguiente. La
               asistencia  de  la  presidenta  de  Letonia,  Vaira  Vike-Freiberga,  despertó

               protestas estrepitosas por parte de militantes de Nashi frente a la embajada del
               país  en  Moscú.  Por  su  papel  en  conversaciones  de  negociación  durante  las
               elecciones  en  Ucrania,  Aleksander  Kwasniewski,  de  Polonia,  fue
               notablemente desairado, relegado a la última fila del palco que discretamente

               cubría la tumba de Lenin.[27]

                    Putin  tampoco  estaría  mejor  dispuesto  a  admitir  los  fracasos  de  Stalin
               durante la guerra —incluida la complicidad previa a la guerra con Hitler, el

               asesinato inútil de soldados rasos, la saqueadora contramarcha a Berlín— que
               los propagandistas soviéticos. La guerra de la nueva ideología de Putin era la

               guerra de su juventud: honorable, correcta, inmaculada e impenitente. «Las
               batallas de Moscú y Stalingrado, el coraje de la sitiada Leningrado, los éxitos
               en  Kursk  y  en  el  río  Dniéper  decidieron  el  resultado  de  la  Gran  Guerra
               Patriótica  —dijo—.  A  través  de  la  liberación  de  Europa  y  la  batalla  por

               Berlín,  el  Ejército  Rojo  llevó  la  guerra  a  su  victorioso  final.  ¡Queridos
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