Page 326 - El nuevo zar
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Yuganskneftegaz y, tras unos turbulentos años, trajeron del exterior
experiencia y tecnología para transformarla.[2] Para cuando arrestaron a
Jodorkovski, estaba produciendo el 60 % del petróleo de la compañía.
El Ministerio de Justicia anunció que iba a embargar y rematar
Yuganskneftegaz apenas cinco días después del juicio de Mijaíl Jodorkovski y
su socio, Platón Lébedev, iniciado en julio de 2004 dentro de una sala de
audiencias diminuta y fuertemente custodiada en el norte de Moscú. Los
fiscales no habían terminado aún sus alegatos de apertura respecto de las once
acusaciones penales que afrontaba Jodorkovski, mucho menos lo habían
condenado por ningún delito, pero la expropiación del activo más valioso de
la compañía no iba a esperar. Los simpatizantes de Jodorkovski se reunieron
afuera para protestar el día en que comenzó el juicio, y reaparecerían
periódicamente durante los siguientes diez meses, aun cuando el proceso
judicial ya parecía una conclusión inevitable. El juicio estuvo tan plagado de
vicios procedimentales, incluido el acoso a los acusados y los testigos, así
como a sus abogados, que recordaba farsas judiciales soviéticas. Y, al igual
que aquellos juicios pasados, este espectáculo judicial también hizo que un
deliberado escalofrío recorriera a toda la élite política y económica, y silenció
a las pocas voces aún dispuestas a dar su opinión respecto del arresto de
Jodorkovski. Otras compañías de petróleo se movieron rápido para renunciar
al tipo de trucos que Yukos había utilizado para reducir sus impuestos y, en
cambio, pasaron a jactarse de lo bien predispuestas que estaban a pagarlos.
Excepto por los simpatizantes de Jodorkovski, sus portavoces, sus inversores,
sus abogados, sus amigos y su familia se atrevían cada vez menos a
confrontar abiertamente al Kremlin de Putin. «Estoy muy asustado para dar
nombres ahora —dijo Arkadi Volski, el jefe del sindicato de industriales, a la
cadena de televisión, alegando que sabía quién estaba detrás del caso Yukos
—. Simplemente estoy asustado. Después de todo, tengo seis nietos y deseo
que sigan con vida.»[3] Por semejante franqueza, fue reemplazado enseguida
como jefe del sindicato.
En público, Putin mantenía distancia de los procesos judiciales, como si
no los aprobara. No obstante, la decisión de incautar y subastar la subsidiaria
de Yukos dejó claro que quitar a Jodorkovski de la vida pública ya no era el
único objetivo: la fragmentación de Yukos ahora parecía inevitable, y una
decisión de ese calibre solo podía tomarse en la cúpula. El valor de la
subsidiaria excedía por mucho los 3.400 millones de dólares que la compañía