Page 330 - El nuevo zar
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procediera, pero sí afectó la oferta de financiación para la subasta por parte de
bancos extranjeros. Al igual que el fallo de la Corte Suprema de Ucrania de
hacía apenas dos semanas, el recurso de amparo trastornó los planes
calculados por Putin, quien reaccionó con enfado, burlándose de la jueza
(«No estoy seguro de que este tribunal sepa siquiera dónde queda Rusia»,
dijo) y echando humo por la audacia de un tribunal estadounidense al
interferir en lo que él consideraba los asuntos internos del Estado ruso. Para
ilustrar su posición, citó, en latín, el principio intrínseco de la soberanía
estatal del antiguo derecho romano: par in parem non habet imperium, «un
igual no tiene autoridad sobre otro igual». El estallido de Putin delató una
sensación de agravio y rabia que había mantenido mayormente a raya en
cuestiones que no fueran Chechenia; ahora repartía golpes a diestro y
siniestro.
La jueza de Texas finalmente rechazó el caso por razones de jurisdicción,
pero para entonces su orden había obtenido el efecto buscado. Temiendo
responsabilidad legal en Estados Unidos, los banqueros internacionales
retiraron la financiación que habían ofrecido para que Gazprom comprara los
activos de Yukos a través de una nueva compañía creada anticipando la
fusión, llamada Gazprom Neft, que era entonces solo una estructura vacía.
Para protegerse, Gazprom oficialmente se liberó de la nueva firma, pero esta
compañía fantasma presionó para avanzar de todos modos cuando la subasta
tuvo lugar ese domingo, incluso pese a que ya no tenía dinero para la compra.
En la subasta, dos funcionarios de Gazprom Neft se sentaron a una mesa,
mientras a otra mesa se sentaban un hombre y una mujer que pocas personas
conocían. No se presentaron, pero representaban a una compañía llamada
Baikalfinancegroup (Grupo Financiero Baikal). La mujer resultó ser Valentina
Davletgarieva, que había registrado la compañía trece días antes en Tver, una
ciudad al sudeste de Moscú. El domicilio que dio era el de un viejo hotel que
ahora albergaba un local de teléfonos móviles, y declaró que su capital
equivalía a 359 dólares. (Tres días antes de la subasta, la compañía presentó
un depósito de 1.700 millones de dólares.)
La subasta fue teatral. El subastador vestía frac y pajarita; y, blandiendo
un martillo, invitó a hacer la primera oferta. El acompañante de
Davletgarieva, Ígor Minibaiev, levantó la mano y ofreció 9.370 millones de
dólares. El representante de Gazprom Neft pidió un receso y luego dejó
rápidamente la sala para atender una llamada. Cuando regresó, no dijo nada, y