Page 333 - El nuevo zar
P. 333
toda la historia. A mi modo de ver, todo se hizo según las mejores reglas de
mercado. Como he dicho —creo que en una conferencia de prensa en
Alemania—, una compañía estatal —o compañías, en realidad— con capital
cien por ciento estatal tiene el mismo derecho que cualquier otro jugador del
mercado y, desde el momento en que se creó, ejerció ese derecho.»
Lamentó otra vez los años noventa, cuando oligarcas «que utilizaban todo
tipo de estrategias» lograban acumular activos estatales «valorados en muchos
millones». Era diferente ahora, continuó. «Hoy el Estado recurre a
mecanismos de mercado absolutamente legales y cuida sus propios intereses.»
La última declaración fue ampliamente citada en los medios, pero su
significado final fue poco advertido en ese momento. Con el tiempo, llegaría
a perseguir a Putin y a costarle miles de millones a Rusia.[16]
El juicio de Mijaíl Jodorkovski continuó durante otros cinco meses, mientras
fiscales leían copiosos registros financieros y tomaban declaración a los
testigos. Las pruebas eran escasas y contradictorias, y en algunos casos
claramente fraguadas. No importaba; para entonces, el resultado ya estaba
decidido. El tribunal rechazó repetidamente las mociones del acusado, se
negó a permitir citaciones y restringió sus indagatorias. El 11 de abril,
Jodorkovski hizo frente al tribunal y ofreció una declaración final.[17] Se
declaró inocente, y durante treinta y nueve minutos habló apasionada,
desafiante, justificadamente. Se llamó a sí mismo «un patriota de Rusia»,
procesado no por un delito real, sino por ser la «clase equivocada de
oligarca». A diferencia de los «modestos empresarios» y funcionarios de
Gobierno detrás del caso Yukos, burócratas con estilos de vida
desproporcionados con relación a sus salarios oficiales, dijo, «yo no tengo
yates ni palacios ni coches de carreras ni clubes de fútbol». La destrucción de
Yukos «fue tramada por ciertas personas influyentes con el propósito de
quedarse con la compañía de petróleo más próspera de Rusia o, más
precisamente, con la recaudación derivada de sus flujos financieros». Sugirió
que Putin había sido engañado para que creyera que él planteaba una amenaza
política cuya eliminación era necesaria para proteger los intereses del Estado.
«Esas personas ocupadas hoy en saquear los activos de Yukos no tienen en
verdad nada que ver con el Estado ruso y sus intereses. Son solo burócratas