Page 336 - El nuevo zar
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Soviética a la emigración de judíos a Israel. Hacía tiempo que Rusia había
desmantelado las barreras a la emigración, pero Estados Unidos, en la década
de 1990, nunca llegó a quitar de los libros las sanciones comerciales a las que
se había opuesto tres décadas antes, incluso cuando presidente tras presidente
renunciaban a su uso. «Sería divertido si no fuera tan triste», les dijo Putin.
Alentó la expansión del comercio, pero dio a estos hombres la tarea de
corregir las reglas en su país primero.
Cuando la reunión terminó, los ejecutivos se acercaron para saludar a
Putin y posar para las fotografías, todos sonrientes. Weill, en un momento, se
dirigió a Robert Kraft, el director de Kraft Group y propietario de los New
England Patriots, que habían ganado el Super Bowl de fútbol americano en
febrero. «¿Por qué no le enseñas al presidente tu anillo?», lo instó. Kraft no lo
usaba con frecuencia, pero lo llevaba consigo en el bolsillo del traje. El anillo
era una alhaja llamativa de ciento veinticuatro diamantes y grabada con el
nombre de Kraft. Se lo pasó a Putin, que entonces lo hizo deslizar por uno de
sus dedos. «Podría matar a alguien con esto», dijo Putin, con admiración.
Cuando finalizó la sesión de fotos, Kraft tendió la mano para recuperar el
anillo, pero Putin lo deslizó dentro de su bolsillo, se dio la vuelta con sus
asistentes y se fue. Aparentemente, Putin dio por sentado que el anillo era un
regalo, y Kraft estaba trastornado por el malentendido. Acudió a Weill y luego
a la Casa Blanca para que lo ayudaran a recuperar el anillo, pero para
entonces habían aparecido artículos y fotografías en los medios, y un asistente
en la Casa Blanca, temeroso de las tensiones crecientes con el Kremlin,
explicó que sería mejor para las relaciones si Kraft dijese que su intención
había sido regalárselo. «La verdad es que no fue así —explicó Kraft—. Tengo
un vínculo sentimental con el anillo. Tiene mi nombre. No quiero verlo en
eBay.» El asistente se quedó en silencio por un momento y repitió:
«Realmente sería más útil si su intención hubiera sido ofrecerle el anillo como
obsequio».[20] Kraft lo complació con una declaración cuatro días después de
la reunión, en la que decía que el anillo era un «símbolo del respeto y la
admiración que tengo por el pueblo ruso y el liderazgo del presidente Putin».
Era el precio de hacer negocios en Rusia, pero el malentendido carcomió a
Kraft durante años. («Seguro que sus antepasados fueron violados o
saqueados por esa gente», dijo después su esposa, refiriéndose a la
ascendencia judía de Kraft, «pero Robert tuvo que hacerlo sonar bien.»)[21]
Kraft mandó a hacerse otro anillo, y el original fue a parar a la biblioteca del