Page 339 - El nuevo zar
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Para el segundo mandato de Putin, Gazprom, en otro tiempo un mastodonte
               esclerótico,  había  emergido  como  el  gigante  de  la  energía  que  Putin  había
               soñado. Se convirtió en una de las más grandes corporaciones del mundo en

               capitalización de mercado, superando a indisputables como Toyota, Walmart
               y el Citigroup de Sanford Weill. Gazprom no era ahora ni un poco más eficaz
               que antes ni estaba mejor administrada, pero Putin la convirtió en la empresa

               más poderosa del país y en un brazo poderoso de la política exterior del país
               desde Asia hasta Europa. Con el canciller Gerhard Schröder, un líder y amigo
               que  una  vez  llamó  a  Putin  un  «demócrata  intachable»,  Putin  orquestó  un

               acuerdo a fin de construir el oleoducto de gas natural subterráneo más largo
               del  mundo,  para  conectar  las  terminales  de  Rusia  con  las  de  Alemania.  El
               proyecto, con el tiempo conocido como Nord Stream, superaría la antigua red

               soviética de oleoductos que atravesaba Ucrania, Bielorrusia y Polonia, lo cual
               le daba al Kremlin cierta influencia en las negociaciones sobre aranceles de

               tránsito  en  esos  países  y  aumentaba  la  dependencia  de  Europa  respecto  de
               Rusia. Era un asunto profundamente controvertido. El ministro de Defensa de
               Polonia  lo  llamó  la  versión  energética  del  pacto  Ribbentrop-Mólotov,[28]
               mientras que los ecologistas a lo largo del mar Báltico advertían acerca del

               daño  potencial  de  instalar  oleoductos  en  un  lecho  marino  plagado  de
               municiones de ambas guerras mundiales.

                    Cuando Schröder fue desplazado del cargo en las elecciones de ese año,

               Putin  lo  nombró  presidente  de  la  comisión  de  accionistas  de  la  nueva
               subsidiaria  que  construiría  Nord  Stream,  apenas  días  después  de  que  el

               alemán hubiese bendecido el proyecto con una garantía de endoso secreta por
               un  valor  de  1.000  millones  de  euros.  Gazprom  poseía  una  participación
               mayoritaria,  junto  con  las  dos  compañías  de  energía  más  importantes  de
               Alemania,  BASF  y  E.ON,  y  Putin  estaba  en  la  posición  de  distribuir

               beneficios. El director general del proyecto de oleoductos, nombrado con su
               bendición,  era  su  viejo  amigo  de  la  Stasi,  Matthias  Warnig.  Una  semana

               después de contratar a Schröder, Putin convocó a Donald Evans, petrolero y
               confidente del presidente Bush que había prestado servicios como secretario
               de Comercio durante el primer mandato de este, a una reunión inesperada en
               el Kremlin, y le ofreció una posición similar en Rosneft, con la esperanza de

               dar una legitimidad internacional a la compañía que ahora existía a partir de
               los restos robados de Yukos.[29] Evans declinó el ofrecimiento, pero Putin
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