Page 342 - El nuevo zar
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Europa,  Ucrania  sacó  con  sifón  lo  que  necesitaba,  provocando  bajas  de
               presión en Austria, Francia, Italia, Moldavia, Polonia, Rumania, Eslovaquia y
               Hungría. Rusia tenía las reglas de su lado, pero las tácticas de Putin pusieron
               nerviosos, incluso, a quienes habían argumentado que Rusia merecía respeto.

               También minó su propia estrategia de mostrar a Europa que Rusia sería una
               fuente de energía confiable e indispensable.

                    Putin tuvo que dar marcha atrás. Ofreció un acuerdo que aumentaría los

               precios del gas en general, pero instalaría como mediador a RosUkrEnergo, la
               oscura compañía de compraventa que había creado con Leonid Kuchma en
               los  meses  previos  a  la  Revolución  Naranja.  Gazprom  poseía  la  mitad;  los

               otros  propietarios,  que  permanecían  en  secreto  entonces,  incluían  a  Dmitri
               Firtash, un empresario ucraniano que reconocía mantener lazos con uno de los
               capos  de  la  mafia  más  infames  del  mundo,  Semión  Moguilévich.[34]

               Moguilévich,  que  se  contaba  en  la  lista  de  los  diez  más  buscados  del  FBI
               debido a un caso de fraude, mantenía estrechos contactos con el Gobierno de

               Ucrania, incluido Yúshchenko, y se decía que había conocido a Putin en la
               década  de  1990.  De  acuerdo  con  una  de  las  grabaciones  de  Kuchma,
               Moguilévich  vivía  en  Moscú  bajo  una  identidad  falsa  con  la  protección  de
               Putin, a cambio de haber trabajado como agente de inteligencia para los rusos.

               [35] El acuerdo le dio a Gazprom incluso mayor control sobre el suministro
               de  gas  de  Ucrania,  lo  cual  quizás  fuese  el  motivo  de  la  disputa  desde  el

               principio,  y  aseguraba  el  control  de  Rusia  dentro  de  un  país  decidido  a
               distanciarse de ella.

                    Los  términos  del  acuerdo  y  los  turbios  lazos  entre  la  compañía

               intermediaria y Yúshchenko y sus aliados provocaron un escándalo político
               en Ucrania, que Putin explotó fácilmente. Cuando le preguntaban, sugería que
               era  el  líder  ucraniano  quien  estaba  detrás  de  los  sombríos  propietarios  de
               RosUkrEnergo. «Preguntadle a Víktor Yúshchenko —decía—. Yo no sé más

               que vosotros, y Gazprom tampoco, creedme.» Putin se estaba quedando con
               el pan y con la torta. Gazprom obtuvo la mitad de los beneficios por vender su

               propio gas natural a Ucrania, mientras que Yúshchenko quedó manchado con
               las secuelas de la corrupción respecto de un acuerdo que era tan controvertido
               en  su  país  que  dividía  a  la  coalición  que  había  liderado  la  Revolución
               Naranja. Para cuando Ucrania celebró elecciones parlamentarias en marzo de

               2006, Yulia Timoshenko, la «princesa del gas» que tuvo su propia experiencia
               con  el  comercio  de  energía  en  Ucrania,  despotricó  contra  el  acuerdo  y  el
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