Page 343 - El nuevo zar
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presidente  al  que  había  ayudado  a  llegar  a  su  cargo.  En  consecuencia,  al
               partido  de  Yúshchenko  le  fue  mal,  lo  cual  lo  obligó  a  buscar  una  nueva
               coalición  con  el  hombre  al  que  había  derrotado,  Víktor  Yanukóvich,  que
               ahora comenzaba su retorno político.[36]


                    Era cada vez más confusa la frontera entre los asuntos del Estado y los de
               las empresas; los rusos comenzaron a llamar al gobierno «Kremlin, S. A.»,
               con Putin como director ejecutivo. Putin no solo dominaba sobre Gazprom,

               sino  también  sobre  todos  los  «campeones  nacionales»  del  país,  y  concedía
               prerrogativas que incluían protección respecto de los inspectores fiscales, que
               con frecuencia eran utilizados contra otras empresas, grandes y pequeñas. Y

               promovía  los  intereses  corporativos  en  el  exterior  con  un  entusiasmo  que
               hubiese sido inimaginable de parte de Yeltsin en la década de 1990.[37] En
               2005, la extensión de su control sobre los monopolios del Estado se volvió

               evidente  y  coincidió  con  la  eliminación  de  los  últimos  controles  políticos
               contra  su  poder  en  el  Parlamento  o  el  Poder  Judicial.  Putin,  que  había

               prometido  eliminar  a  los  ostentosos  oligarcas  como  «clase»,  se  había
               convertido en el patrón de una parte creciente de la economía de Rusia. No
               dictaba  cada  contrato  comercial  en  Rusia,  pero  todas  las  empresas  más
               importantes requerían aprobación semitácita del Kremlin. Los oligarcas de los

               años noventa que habían sobrevivido la transición a la era de Putin mostraban
               su  obsecuencia  con  actos  de  vasallaje  y  caridad,  como  cuando  Víktor

               Vekselberg compró y repatrió nueve de los famosos huevos de Fabergé o las
               campanas del monasterio de Danilov, que habían tañido durante casi un siglo
               en la casa de Lowell de la Universidad de Harvard.


                    Ciertamente había otros actos que pocos conocían, discretos intercambios
               de favores y regalos para conservar sus fortunas. Uno, que se había intentado
               mantener  en  secreto,  con  el  tiempo  se  filtraría  y  proporcionaría  una  de  las
               escasas  muestras  de  cómo  se  hacían  fortunas  detrás  de  escena.  En  2000,

               Nikolái Shamalov, uno de los colegas de Putin en la cooperativa de dachas
               Ozero en el lago Komsomolskoye, logró un acuerdo con los propietarios de

               una pequeña compañía de suministros médicos que el comité de Putin en San
               Petersburgo había ayudado a crear en 1992. Se llamaba Petromed y, aunque la
               ciudad de San Petersburgo con el tiempo vendió sus acciones mayoritarias, la
               compañía  había  florecido.  Shamalov  acordó  con  sus  propietarios  aceptar

               donaciones  de  oligarcas  que  «se  presentaban»  para  ofrecer  ayuda  al  nuevo
               presidente.  Román  Abramóvich  prometió  203  millones  de  dólares,  por
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