Page 334 - El nuevo zar
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obscenos que se sirven a sí mismos y nada más. Todo el país sabe por qué me
encerraron en una celda: para que no interfiriera en el saqueo de la
compañía.» El «tribunal de la historia» lo vengaría, dijo. Concluyó
agradeciendo a aquellos que lo habían respaldado, en especial su esposa, que
estuvo a su lado valerosamente «como una auténtica esposa decembrista».
Una vez leído todo el veredicto final durante dos semanas en mayo, la
alusión histórica pareció apropiada. Junto con su socio, Platón Lébedev, fue
condenado y sentenciado a nueve años de prisión, y, al igual que los
funcionarios militares que se levantaron contra el zar Nicolás I en 1825, fue
desterrado a Siberia, a una colonia penal en Chita, una región limítrofe con
China y Mongolia, incluso cuando la ley mandaba que los prisioneros fueran
encarcelados en la región donde cometían los delitos. Unos días después de
que llegara allí, sus socios comerciales publicaron un anuncio a página entera
en Financial Times con una desafiante carta de Jodorkovski. «Esperan que se
olvide pronto a Jodorkovski —declaraba—. Intentan convenceros, amigos
míos, de que la lucha terminó, de que debemos resignarnos a la supremacía de
burócratas interesados. Eso no es cierto: la lucha justo empieza.»[18]
La adquisición final de Yuganskneftegaz por parte de Rosneft subvirtió el
plan de Putin de crear un único gigante energético. Gazprom había perdido la
financiación para poder quedarse a cargo del activo y le preocupaban los
riesgos legales de hacerlo. Rosneft, sin embargo, no tenía activos en
descubierto fuera de Rusia que pudieran estar en riesgo si violaba el fallo del
tribunal de Texas. Rosneft, ahora un gigante del petróleo por sí misma, se
esforzaba por mantenerse independiente, es decir, por evitar una fusión con
Gazprom. Putin terminó en medio de una lucha interna por los activos más
importantes del Estado, una lucha que ubicó a Medvédev y Miller en
Gazprom, por un lado, contra Ígor Sechin y Rosneft, por el otro. El
indecoroso conflicto quedó bajo la mirada pública como nunca dentro del
Kremlin y solo terminó en la primavera de 2005, cuando Putin se decidió por
un acuerdo negociado que permitía a cada facción mantener el control de sus
respectivas compañías.
Puede que el desmantelamiento de Yukos no saliera exactamente según lo
planeado, pero había resultado tener un éxito extraordinario. Putin hizo frente