Page 354 - El nuevo zar
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de su pasado, de su propia carrera en los servicios secretos, con una temeridad
               que por momentos rayaba la locura. Se obsesionó con Putin y su Gobierno,
               comerciando  información  con  otros  veteranos  del  KGB  y  con  agentes  de
               inteligencia  en  Gran  Bretaña  y  España,  y  posiblemente  de  muchos  otros

               lugares también. Estaba ansioso por seguir cualquier información que oyera y
               dispuesto a creer en vastas conspiraciones, que tejía con datos, rumores y una

               imaginación furiosa.

                    Al final de su corta vida, se interesó por rumores de que Putin podía ser
               gay  o  bisexual,  sobre  la  base  de  una  anécdota  breve  e  insustancial  en  las
               memorias  de  Yuri  Skurátov,  el  antiguo  fiscal,  que  recordaba  que  Putin  le

               había contado que creía que existía una cinta que lo mostraba en un encuentro
               sexual. La cinta se ha vuelto una leyenda entre los críticos de Putin, incluidos
               exoficiales purgados cuando Putin asumió el mando del FSB en 1998, que

               alegaron que varias copias habían sido guardadas a salvo en el exterior. Nadie
               parece haberla visto realmente, y las versiones varían entre un encuentro con

               un hombre joven en 1984, cuando entrenaba como agente exterior del KGB, y
               un encuentro amoroso más tarde en el mismo apartamento donde filmaron a
               Skurátov.[4] Sin embargo, en la mente de Litvinenko, una mera probabilidad
               podía convertirse en una verdad indiscutible. El 5 de julio, menos de cuatro

               meses  antes  de  su  envenenamiento,  Litvinenko  publicó  una  insinuación
               acerca de la sexualidad de Putin después de que Putin torpemente le levantara

               la camisa a un joven que visitaba la plaza Roja y lo besara en el abdomen. Su
               artículo apareció en el sitio web del movimiento rebelde de Chechenia, una
               causa que Litvinenko abrazó cada vez más tras hacerse amigo de otro exiliado
               en Londres, el actor devenido portavoz de los rebeldes Ajmed Zakáiev, que se

               había mudado a una casa adosada en la misma calle de Litvinenko en el norte
               Londres. Oleg Kaluguin, el espía en el exilio, le advirtió cuando se reunieron

               solo  meses  antes  de  su  muerte  que  vender  insinuaciones  insustanciales  era
               peligroso. «Sasha, es demasiado», le dijo.[5] Litvinenko, ya un traidor a ojos
               del FSB, había perdido todo sentido de precaución en lo que presumía era la

               seguridad del exilio. Hasta su hija pensaba que «estaba un poco loco». «Toda
               conversación con él terminaba en desvaríos sobre el régimen de Putin —dijo
               ella—. Se daba cuerda hasta tal punto que no podía parar, como si hubiese

               perdido la cabeza.»[6]

                    Litvinenko continuó trabajando con Berezovski, pero su relación declinó
               y, hacia 2006, Berezovski había reducido el estipendio que le había estado
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