Page 364 - El nuevo zar
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respecto de su servicio y previo empleo ya lo había dicho hacía tiempo, de
               modo que no podía haber nada nuevo en lo que hizo después.» En cambio,
               alegó, los enemigos que buscaban dañar a Rusia eran los «oligarcas fugitivos
               que se escondían en Europa Occidental o en Oriente Medio». Claramente se

               refería  a  Nevzlin  y  Berezovski,  sugiriendo,  con  tan  pocas  pruebas  como
               tenían  quienes  lo  acusaban  a  él,  que  de  alguna  manera  habían  estado

               involucrados en la muerte de Litvinenko. «Pero realmente no creo en teorías
               conspirativas.»

                    No obstante, Rusia se había vuelto un terreno fértil para conspiraciones,
               reales e imaginarias, y las muertes de Litvinenko, Politkóvskaia y los otros

               desafiaban la impresión cuidadosamente cultivada de que Putin presidía una
               era de progreso, estabilidad y renovado orgullo nacional, que dejaba atrás el
               violento caos de la década de 1990. Muchas teorías se centraron en el final del

               segundo  mandato  de  Putin  como  presidente,  que  estaba,  por  ley,  ya  en  el
               horizonte. Algunos veían los asesinatos como una provocación para encender

               un levantamiento popular antes de la elección en 2008, como el asesinato de
               Gueorgui Gongadze en Ucrania, que aceleró el final del Gobierno de Leonid
               Kuchma. Otros veían la mano oscura de aquellos en Rusia que querían que
               Putin  permaneciera  en  el  poder.  Según  esta  lógica,  el  oprobio  que  recaería

               sobre Putin por orquestar el asesinato de un crítico en Londres lo forzaría a
               permanecer  en  funciones  para  asegurarse  inmunidad  respecto  de  un

               procesamiento penal.





               Putin  había  recibido  consultas  acerca  de  su  intención  de  reformar  la

               Constitución y buscar un tercer mandato como presidente incluso antes de que
               ganara con facilidad la reelección para un segundo mandato.[19] Una y otra
               vez insistió en que no tenía intención de modificar la Constitución para borrar

               los límites a la cantidad de mandatos de la poderosa presidencia, y una y otra
               vez se redactaron solicitudes para lograr exactamente eso. Los Parlamentos
               regionales  propusieron  realizar  referéndums  sobre  la  cuestión,  desde

               Primorie, en el Lejano Este, hasta Chechenia. El presidente de la cámara baja
               del  Parlamento  de  Chechenia,  Dukuvaja  Abdurajmanov,  se  hizo  eco  de
               Ramzán Kadírov y declaró que Putin debía permanecer durante tres o cuatro

               mandatos más como presidente: que debía gobernar de por vida, en lo posible.
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