Page 366 - El nuevo zar
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importaba: la de Putin. Ahora ambos tomaron roles prominentes en iniciativas
               políticas.  Medvédev  supervisó  el  uso  de  5.000  millones  de  dólares  en
               «proyectos nacionales» de agricultura, viviendas, educación y salud; Ivanov,
               la  reestructuración  del  ejército  y,  para  2006,  una  nueva  comisión  para

               supervisar  las  compras  militares.  Ambos  comenzaron  a  aparecer  con  más
               frecuencia en las noticias de la noche, ciertamente más que su jefe nominal, el

               desabrido  primer  ministro  que  administraba  el  Gobierno,  Mijaíl  Fradkov,
               quien  en  su  primer  año  en  funciones  se  había  destacado  por  su  falta  de
               importancia  política.  Mientras  aumentaba  la  especulación,  tanto  Medvédev
               como Ivanov hicieron frente a preguntas reiteradas acerca de sus aspiraciones

               políticas y se volvieron hábiles para desviar el asunto. En la corte de Putin,
               nadie  se  atrevía  a  hacer  campaña  abiertamente,  ni  siquiera  si  abrigaba

               ambiciones políticas propias. En lugar de eso, conspiraban.

                    La  solidez  aparente  del  control  político  de  Putin  ocultaba  una  lucha
               subterránea para influir en su elección final. Era una extensión de la lucha por

               el control sobre la redistribución de activos que el Kremlin había orquestado
               seriamente durante todo el segundo mandato de Putin.[21] Como en cualquier
               corte, surgieron rivalidades. Ígor Sechin, cuyo poder había aumentado con la
               adquisición de Rosneft, repelía la perspectiva de que cualquiera de los dos

               asistentes  de  Putin  se  convirtiera  en  presidente.  Prefería  al  fiscal  general,
               Vladímir Ustínov, que había cumplido un papel importante en el caso Yukos y

               cuyo hijo se había casado con la hija de Sechin. Desafortunadamente para los
               dos hombres, la transcripción de una de sus conversaciones había aterrizado,
               según se dijo, en el escritorio de Putin en la primavera de 2006.[22] Había
               sido grabada subrepticiamente por un subalterno en la agencia de control de

               narcóticos de Rusia, que entonces estaba encabezada por Víktor Cherkésov,
               colega de Putin en el KGB en San Petersburgo. En la conversación grabada,

               se decía que Sechin había sugerido, improbablemente, que Putin era débil y
               que Ustínov sería un reemplazo adecuado. Poco importaba que fuera cierto o
               no: Ustínov era explícitamente ambicioso y presidía reuniones de fiscales con

               «un aire presidencial», lo cual era una osadía peligrosa.[23] Envalentonado
               por  la  caída  de  Jodorkovski  y  con  la  bendición  de  Sechin,  prometió
               públicamente  en  mayo  de  2006  llevar  a  juicio  «casos  criminales  de  alto

               perfil»  que  involucraran  a  funcionarios  del  Gobierno,  incluido,  decían
               algunos, Dmitri Medvédev.

                    Putin despidió a Ustínov el 2 de junio. La decisión sorprendió al Consejo
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