Page 367 - El nuevo zar
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de la Federación, que aún tenía la autoridad final para instalar o destituir a un
               fiscal  general,  aunque  ya  no  la  independencia  que  tenía  bajo  Yeltsin  para
               debatir acerca de hacerlo o no. Como señal de lo mucho que el equilibrio del
               poder  se  había  inclinado  en  los  siete  años  desde  el  escándalo  sobre  la

               destitución de Yuri Skurátov por parte de Yeltsin, el consejo votó ese mismo
               día a favor de confirmar la decisión de Putin. No hubo debate y el voto fue

               casi unánime, con solo dos abstenciones. Serguéi Ivanov insinuó que había
               «buenas  razones»  para  la  partida  de  Ustínov,  pero  Putin  no  dio  ninguna
               explicación pública. Nadie entendió entonces que el despido representaba la
               primera onda proveniente de la agitación política que había bajo la superficie.

               Los asesinatos de Politkóvskaia y Litvinenko sucedieron poco después. No
               obstante, la lucha oculta sobre el heredero de Putin no explotaría en público

               hasta  el  año  siguiente,  a  propósito  de  una  investigación  sobre  la  tienda  de
               muebles Tri Kita, «Tres Ballenas». Era el caso que Yuri Shchekochijin había
               estado indagando en sus informes cuando murió misteriosamente.






               En el punto más alto del escándalo sobre la investigación de Litvinenko, Putin
               despachó a Medvédev a la reunión anual de la élite empresarial y política del

               mundo  en  Davos,  Suiza,  en  enero  de  2007.  Un  poco  torpe,  con  una  mata
               espesa  de  cabello  castaño  y  un  gusto  musical  por  el  primer  heavy  metal
               estadounidense y británico, Medvédev proyectaba una imagen más amable de

               político  ruso  que  Putin  últimamente.  De  cuarenta  y  un  años  entonces,
               Medvédev era un chico de la intelectualidad sin experiencia conocida en los
               servicios de seguridad. Había alcanzado la mayoría de edad con el arraigo de

               la perestroika y representaba una nueva generación menos endurecida por el
               comunismo y la Guerra Fría. Incluso hablaba una pizca de inglés, a raíz de su
               pasión por la música de Deep Purple. En su discurso inaugural, tranquilizó al

               público diciendo que Gazprom no era un bravucón (apenas semanas después
               de que hubiese suspendido los suministros a Bielorrusia). Sostuvo que Rusia
               tenía toda la intención de ser un socio de confianza en comercio e inversión (a

               pesar del rol del Kremlin para presionar a inversores como la Royal Dutch
               Shell).  Incluso  discrepó  del  eslogan  que  el  estratega  político  de  Putin,
               Vladislav  Surkov,  había  popularizado:  «democracia  soberana».  La

               democracia, dijo Medvédev, no necesitaba adjetivos y estaba seguro de que la
               versión  de  Rusia  era  suficientemente  genuina.  «No  estamos  empujando  a
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