Page 368 - El nuevo zar
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nadie a querer a Rusia, pero no vamos a permitir que nadie le haga daño a
Rusia —dijo—. Vamos a esforzarnos por ganar respeto tanto para los
ciudadanos de Rusia como para el país como un todo. Es más, lo vamos a
lograr sin usar la fuerza, solo con nuestro comportamiento y nuestros logros.»
El protagonismo de Medvédev en un foro internacional —con Davos como
rito de iniciación para aspirantes a líderes políticos de todo el mundo— fue
bien recibido en general y pareció confirmar su surgimiento como heredero
evidente de Putin.
La defensa de Rusia por parte de Medvédev no se desviaba
sustancialmente de la de Putin, pero su tono arrullador indujo a los asistentes
de Davos a creer que el suyo era un estilo de liderazgo diferente. Sin
embargo, menos de dos semanas más tarde, Putin dejó claro en otro foro
internacional que estaba siguiendo una línea mucho más dura contra los
detractores en Occidente y, sobre todo, en Estados Unidos. El escándalo sobre
los asesinatos de Politkóvskaia y Litvinenko avivó el enfado de Putin, pero lo
que precipitó el discurso que estaba a punto de dar fue la decisión del
presidente Bush de negociar el establecimiento de bases para el sistema de
defensa de misiles estadounidense en Polonia y la República Checa. En su
mente, eran parte de un todo. Putin se había opuesto ferozmente a la decisión
de Bush de abandonar el tratado de la Guerra Fría que prohibía el despliegue
de defensas de misiles nacionales, pero la había aceptado de alguna forma,
tranquilizado por la promesa de forjar una amistad nueva y más constructiva
entre los dos países. En lugar de eso, se habían distanciado más. Ahora
Estados Unidos quería colocar estaciones de radar y misiles interceptores en
el flanco de Rusia. Según veían Putin y sus comandantes militares, el
despliegue desafiaba el núcleo de la disuasión nuclear del país, lo único que
había sobrevivido al colapso de la Unión Soviética y preservado el gran
estatus de poder de Rusia. «Ya basta», masculló a sus asistentes.[24]
Para expresar su fastidio, Putin eligió un foro llamado con frecuencia «el
Davos del mundo de la seguridad nacional»: la Conferencia de Seguridad de
Múnich, que se celebra anualmente. En la reunión de febrero de 2007, tras un
discurso de apertura de la canciller alemana Angela Merkel, Putin caminó
hasta el estrado y comenzó con una advertencia de lo que se aproximaba.
«La estructura de esta conferencia me permite evitar amabilidades
excesivas y la necesidad de hablar dando rodeos, con términos diplomáticos
amables pero vacíos. El formato de esta conferencia me permitirá decir lo que