Page 365 - El nuevo zar
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«El número de mandatos no debería decidir el final de su presidencia, sino
               solo  su  edad  y  su  salud»,  dijo.[20]  Con  una  simple  señal  del  Kremlin,
               cualesquiera de las iniciativas para prolongar el Gobierno de Putin hubiese
               sido aprobada con facilidad, pero Putin declinaba con recato, rechazando las

               solicitudes,  aunque  tampoco  las  desalentara  activamente.  Por  primerísima
               vez, el país tenía un mecanismo legal y democrático para el traspaso pacífico

               del poder, pero, por el propio designio de Putin, era imposible imaginar a otra
               persona a cargo.

                    Putin  una  vez  dijo  que  había  comenzado  a  pensar  en  su  reemplazo
               potencial desde el momento en que asumió el cargo, pero para su segundo

               mandato la pregunta sobre su sucesión había comenzado a preocuparlo a él y
               a su corte, como antes al frágil Yeltsin o al desacreditado Kuchma en Ucrania.
               Reveló  eso  mismo  en  diciembre  de  2004,  cuando  le  preguntaron  en  una

               conferencia de prensa acerca de sus planes tras abandonar sus funciones y si
               consideraría regresar a la política en las siguientes elecciones, «¿en 2012?».

               Putin bromeó: «¿Por qué no en 2016?». Sus modestas evasivas nunca ponían
               fin a la cuestión, pero reconoció que, al igual que Yeltsin antes que él, había
               comenzado a pensar acerca del «hito» de las elecciones de 2008, a las que
               crípticamente llamó «una línea crucial» para el país.


                    La búsqueda de un heredero para Putin —«Operación Sucesor», se llamó
               — comenzó seriamente en noviembre de 2005, cuando el Kremlin anunció
               que  Putin  había  ascendido  a  dos  de  sus  asistentes  más  cercanos:  Dmitri

               Medvédev, entonces su secretario de Estado, y Serguéi Ivanov, el ministro de
               Defensa.  Putin  elevó  a  Medvédev  a  la  posición  recientemente  creada  de

               primer vice primer ministro, mientras que Ivanov se convirtió en vice primer
               ministro,  además  de  ministro  de  Defensa.  Al  igual  que  Putin  antes  de  su
               designación por Yeltsin, ni uno ni otro se habían postulado para una función
               electoral antes, pero, de los dos, Ivanov parecía el heredero más probable. Era

               trece años mayor que Medvédev y había ascendido al rango de general en el
               KGB. Medvédev, en cambio, era un abogado estudioso de aspecto juvenil que

               había escrito en coautoría un libro de texto jurídico y había dado clases en la
               Facultad de Derecho de la Universidad Estatal de San Petersburgo antes de
               seguir a Putin a Moscú como su protegido de confianza. Putin no le contó a
               ninguno de los dos a quién iba a elegir y, en los meses siguientes, pareció que

               ambos estaban siendo preparados para el rol, poniéndose bajo el foco público
               para pulir sus imágenes, aunque «hacían campaña» para la única elección que
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