Page 410 - El nuevo zar
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de préstamo hipotecario de alto riesgo que se había vuelto tóxico. Pero la
bancarrota del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers el 15 de
septiembre —el mismo día en que el petróleo pasó a costar 100 dólares el
barril— reverberó en todo el mundo y golpeó a Rusia más fuerte que a la
mayoría. Al final del siguiente día, el principal índice de acciones había caído
un 17 %. La venta masiva provocada por el pánico obligó a la suspensión de
las operaciones de forma reiterada durante las semanas siguientes e, incluso
con la intervención del Gobierno para apoyar las acciones, el mercado perdió
1 billón de dólares en cuestión de meses. Entre octubre y diciembre, 130.000
millones de dólares en capital se fugaron del país. Si bien, en comparación,
los rusos invertían menos en títulos de crédito que, por ejemplo, los
estadounidenses —muchos de los cuales vieron evaporarse sus ahorros de
toda la vida—, la crisis golpeó fuerte a los rusos, desde los más pobres hasta
los más ricos. Los ingresos disponibles cayeron casi de inmediato, ahora que
las compañías rebajaban costes, con lo que aplastaron el consumo, y eso
provocó que la producción se retrajera más. Incluso los oligarcas jactanciosos
«estaban empeñando sus yates y vendiendo sus aviones privados».[21] El
auge económico de Rusia se convirtió en derrumbe tan de repente que Putin
se encontró dirigiendo un colapso tan grave como el de la crisis de 1998.
Parecía ser el tope para la década de prosperidad que había asegurado su
presidencia.
En cuestión de días, el Gobierno había aprobado 40.000 millones de
dólares en créditos para rescatar a los bancos y otros 50.000 millones de
dólares en préstamos para doscientas noventa y cinco compañías que
representaban el 80 % de la economía del país. El Banco Central luchó por
detener el declive en el valor del rublo y drenó casi 200.000 millones de
dólares de las reservas de divisas, un tercio del pico de 598.000 millones de
dólares alcanzado en agosto. Las políticas macroeconómicas conservadoras
de Putin —equilibrar presupuestos y acumular reservas y un fondo de
emergencia, a pesar de las demandas populistas de algunos en el Kremlin para
que el gasto fuese más libre— demostraron ser proféticas. Incluso ahora Putin
sintió la presión de rescatar a los oligarcas favorecidos y renacionalizar las
compañías en apuros que quedaban expuestas a que las adquirieran baratas.
Sin embargo, apoyó a los consejeros que recomendaban precaución y «llevar
el poder decisorio a los expertos que podían hacer algo por la economía»,
como escribió uno de los consejeros económicos del Gobierno, Serguéi