Page 413 - El nuevo zar
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Putin había insistido también en incorporar otra propuesta al discurso de su
               protegido, una propuesta diseñada a modo de válvula de seguridad potencial
               en caso de que el caos económico amenazara al sistema político mismo. Los
               primeros borradores no la incluían; Putin la había propuesto en su reunión con

               Medvédev el día anterior al discurso. Cuando Medvédev la dejó caer entre sus
               observaciones —casi como una acotación, una sola frase en un discurso de

               más de ocho mil palabras—, ni siquiera sus asistentes más cercanos sabían lo
               que estaba por venir.[27] Medvédev llamó a reformar la Constitución, algo a
               lo  que  Putin  se  había  resistido  categóricamente  durante  años  a  pesar  de
               numerosos  ruegos,  insistiendo  en  que  enmendarla  debilitaría  la  estabilidad

               política. El cambio propuesto extendería el mandato del presidente a cargo, de
               cuatro a seis años, y el mandato de los miembros de la Duma, de cuatro a

               cinco.  Medvédev  no  ofreció  ninguna  explicación  para  el  cambio,  solo  la
               justificación  de  que  muchas  democracias,  como  Francia,  tenían  mandatos
               presidenciales  más  largos.  Luego  insistió  en  que  las  enmiendas  —los

               primeros cambios a la Constitución desde que fuera redactada en 1993— eran
               solo  «ajustes»  que  no  «cambiaban  la  esencia  política  y  jurídica  de  las
               instituciones actuales». De hecho, incluso fortalecían aún más la presidencia y

               reducían  la  frecuencia  de  los  ciclos  electorales  que  Putin  había  temido  se
               volvieran el foco de una «revolución de color».

                    La  propuesta  dejó  pasmada  a  la  élite  política,  en  especial  porque  nadie

               entonces  entendía  la  lógica  de  la  misma.  Hubo  especulaciones  de  que  el
               objetivo  último  era  despejar  el  camino  para  el  regreso  de  Putin  a  la
               presidencia tras una renuncia sorpresiva de Medvédev. El cambio se llevó a
               cabo  al  igual  que  otras  operaciones  especiales  de  Putin:  rauda  y

               subrepticiamente. En nueve días, la propuesta había recorrido toda la Duma,
               con los comunistas, su dócil sostén hacía apenas unas semanas, como únicos

               opositores. A fin de año, el cambio había sido sancionado en ambas cámaras
               del  Parlamento  con  poco  debate  y,  ciertamente,  ningún  aporte  del  público.
               Los  atribulados  demócratas  intentaron  congregar  protestas  contra  las

               enmiendas, así como contra el fracaso del Gobierno a la hora de revertir la
               bamboleante  economía,  pero  se  encontraron  con  un  asedio  implacable  del
               Kremlin y sus agentes, en especial de los grupos de jóvenes que el Kremlin

               había adiestrado.

                    En ese invierno de descontento, Garri Kaspárov, Boris Nemtsov, Vladímir
               Milov  y  otros  intentaron  formar  una  nueva  coalición  opositora,  con  la
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