Page 415 - El nuevo zar
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continuamente lo eclipsaba. En diciembre, Putin siguió adelante con su
aparición anual en el programa de fin de año de llamadas, en que respondía
setenta preguntas cuidadosamente escogidas provenientes de todo el país.
Prometió que los efectos de la crisis financiera serían mínimos y se
comprometió a aumentar las pensiones y los beneficios para los
desempleados. Las actuaciones de Putin debilitaban la autoridad política de
Medvédev y dificultaban domar a la burocracia que deseaba cambiar.
Medvédev nunca revelaba ninguna objeción en público, pero en el ámbito
privado expresaba frustración, y a sus asistentes más allegados les molestaba
profundamente la interferencia que llegaba de forma constante desde la
oficina del primer ministro. Medvédev hacía esfuerzos por reclutar
simpatizantes propios en la burocracia, pero los leales a Putin ocupaban
demasiados espacios, incluso dentro del Kremlin. Después de la guerra en
Georgia, encuestas secretas de las fuerzas militares rusas mostraban la
«opinión absolutamente catastrófica» que tenían los comandantes sobre el
nuevo comandante en jefe. La autoridad última ahora estaba en la Casa
Blanca del primer ministro, y todos entendían eso. En las palabras mordaces
de un diplomático estadounidense, Medvédev «hacía de Robin para el Batman
de Putin».[29]