Page 420 - El nuevo zar
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acuerdos, no a través de una economía liberalizada donde el mercado tomara
las decisiones.
El control personal ejercido por Putin sobre la política económica causó
confusión en algunas ocasiones. Al tiempo que él se paseaba por Pikaliovo en
mayo, los consejeros económicos del Kremlin disponían los toques finales de
un acuerdo con Estados Unidos para seguir adelante con la postergada
candidatura de Rusia para unirse a la Organización Mundial del Comercio.
Putin había criticado la exclusión de Rusia de dicha organización y las
negociaciones habían avanzado, pero pocos días después anunció
inesperadamente que, en lugar de eso, Rusia iba a buscar una alianza
económica con Bielorrusia y Kazajistán, y se uniría a la Organización
Mundial del Comercio solo junto a ellos como bloque. Esa marcha atrás tenía
poco sentido en términos económicos, puesto que Rusia tenía mucho más
comercio exterior con Europa y Estados Unidos que con otros. Vincular la
candidatura de Rusia con un bloque comercial que ni siquiera se había
establecido aún demoraría su pertenencia a la organización indefinidamente.
También revelaba las divisiones dentro del Kremlin. Alekséi Kudrin, todavía
ministro de Finanzas en el gabinete de Putin, intentó tres veces disuadir a
Putin de dar el anuncio esa semana, pero ni él ni Medvédev pudieron
imponerse.[5]
En lugar de abrir la economía de Rusia en respuesta a la crisis mundial,
Putin cedió a los instintos populistas y autárquicos, avivados por los de línea
dura que creían que los caprichos del mercado mundial podían ser
manipulados —y lo estaban siendo— para castigar a Rusia. Putin obró como
obró porque creía haber escogido el camino más sabio hacia la recuperación.
La crisis financiera había sido ruinosa para Rusia, pero las medidas de
emergencia del Kremlin habían logrado evitar el colapso total. Para mediados
de 2009, el precio del petróleo había aumentado otra vez y había aliviado
algunas de las presiones sobre el presupuesto; el rublo recobró algo de su
valor y la bolsa comenzó a recuperar sus pérdidas. Para 2010, la economía de
Rusia estaba creciendo y se recuperaba, de hecho, con mucho más vigor que
las economías de Europa y Estados Unidos. Lejos de buscar una mayor
modernización de la economía, la crisis solo convenció a Putin de que la
seguridad económica de Rusia yacía en el sistema de control que él había
creado y en el poder de su voluntad. Las predicciones funestas de que el
sistema de Putin y Putin mismo no podrían sobrevivir al tumulto económico y