Page 422 - El nuevo zar
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militar cerrada, y también un puente colgante que la conectaba con la ciudad
—todo ello como preparación para una cumbre de las naciones del Foro de
Cooperación Económica Asia-Pacífico en 2012—. Gastó 7.000 millones de
dólares para reconstruir gran parte de Kazán, a fin de realizar la edición 2013
de Universiade, una competencia bienal que mal podía clasificarse como un
acto internacional de envergadura, pero que justificó un costoso plan de
redesarrollo de la ciudad. Exultante tras obtener los Juegos Olímpicos, Putin
redactó el borrador de la candidatura para ser sede de la Copa Mundial en
2018, con la promesa de construir o renovar estadios en doce ciudades,
incluidos uno en Kazán, que sería utilizado para la Universiade, y el de Sochi,
donde se realizarían las ceremonias de apertura y clausura en 2014. Cada uno
de estos proyectos servía a múltiples propósitos para Putin: publicitaba a
Rusia como una gran potencia, proporcionaba estímulo económico a una
economía tambaleante y dispensaba los recursos del Estado a quienes desde
su posición podían beneficiarse más.
La atención de Putin en Sochi se volvió tan obsesiva durante su mandato
como primer ministro que los Juegos Olímpicos fueron llamados «su proyecto
mascota». No solo eran una manifestación de su poder, sino también un
instrumento para mantenerlo. Había designado a uno de sus consejeros más
cercanos y confiables, Dmitri Kozak, para administrar el proyecto, y creó una
nueva compañía estatal, Olimpstroi, para construir los predios que necesitaba
Sochi. Por decreto, Putin suspendió la supervisión jurídica y legislativa de la
construcción, incluidas las indagaciones sobre costes e impacto ambiental en
un área que la Unesco había declarado patrimonio de la humanidad por ser
una de «las únicas grandes zonas montañosas de Europa que no han
experimentado impacto humano significativo».[6] También mantuvo el
control formal de la distribución de los contratos conferidos para construir los
estadios de los Juegos Olímpicos. Integraba el consejo de supervisión de la
agencia de desarrollo estatal, Vnesheconombank, que acabaría
proporcionando los créditos para la vasta mayoría de los proyectos y cuyos
contratistas también serían elegidos por Putin. En la ceremonia en la que se
colocó la primera piedra de Gazprom, se dijo poco acerca de las compañías
que construirían la planta o el oleoducto (y nada acerca de los propietarios).
La empresa contratista comisionada para construir el oleoducto, que se
llamaba Stroigazmontazh, ni siquiera existía hasta el año anterior. La
compañía había surgido de la crisis financiera de 2008, al obtener, por 400