Page 426 - El nuevo zar
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estudios y padre de dos niños, que creía en «la dictadura de la ley» prometida
               por  Putin  —así  como  en  el  fin  del  «nihilismo  jurídico»  prometido  por
               Medvédev—. Tras su arresto en 2008, confiaba en que la ley lo protegería en
               última instancia. En lugar de eso, cada semana lo pasaban a una nueva celda

               sucia, y pudo ver a su esposa y a su madre solo una vez durante el período de
               detención.  Llevaba  un  meticuloso  diario  donde  contaba  los  abusos  que

               experimentaba,  así  como  el  deterioro  constante  de  su  salud.  Para  pasar  el
               tiempo,  leía  tragedias  de  Shakespeare.[10]  Quizás  el  trato  que  recibió  en
               prisión  y  finalmente  su  muerte  pudieron  haber  caído  pronto  en  el  olvido,
               como había sucedido con tantos otros casos en el espantoso sistema judicial

               de Rusia, en el que cinco mil prisioneros murieron ese año, pero Magnitski
               había trabajado para un patrón poderoso, William Browder, en otro tiempo el

               inversor extranjero más prominente del país. Browder había sido simpatizante
               desde  los  inicios  de  la  presidencia  de  Putin  y  creído  en  las  reformas
               económicas prometidas por este, pero ahora se había convertido en uno de sus

               acérrimos enemigos.

                    Browder había amasado una fortuna invirtiendo en acciones de compañías
               rusas y, luego, utilizando esas participaciones accionarias para promover la
               transparencia y el buen gobierno corporativo. Era audaz y agresivo, a menudo

               incluso  demandaba  legalmente  a  otras  compañías  y,  aunque  casi  siempre
               perdía en los tribunales, sentía que compartía un objetivo común con Putin de

               hacer de Rusia una economía verdaderamente competitiva tras la oligarquía
               corrupta  de  la  década  de  1990.  En  2005,  sin  embargo,  le  prohibieron  la
               entrada  en  el  país  inesperadamente  en  el  aeropuerto  de  Moscú,  donde  un
               visado  caducado  fue  tratado  como  un  asunto  de  seguridad  nacional.  La

               agresiva  estrategia  de  inversión  de  Browder  había  traspasado  algún  límite,
               quizás en relación con Gazprom o Surgutneftegaz, ambas con vínculos muy

               cercanos  a  Putin,  pero  nunca  sabría  cuál  a  ciencia  cierta.  Inicialmente
               esperaba que su deportación fuese un error de pronta resolución. Apeló a los
               hombres a los que consideraba sus aliados en el Kremlin, pero para 2007 los

               fiscales habían puesto su atención en las oficinas de su compañía en Moscú y
               Browder comenzó a desinvertir silenciosamente los activos de su fondo de
               inversión,  Hermitage  Capital,  y  a  trasladarlos  a  Londres.  Aquel  junio,  una

               veintena  de  funcionarios  del  Ministerio  del  Interior  registraron  la  escuálida
               oficina del Hermitage en Moscú e incautaron los registros corporativos de la
               compañía: los certificados y sellos correspondientes a los conglomerados que
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