Page 434 - El nuevo zar
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con una cara tan embadurnada con maquillaje que los periodistas lo notaron.
               Estaba  en  Kiev,  esta  vez  por  negociaciones  para  fusionar  la  fábrica  de  la
               aerolínea  de  Ucrania  con  una  de  las  empresas  estatales  recientemente
               reconstruidas  de  Rusia,  la  United  Aviation  Corporation.  Los  lazos  con

               Ucrania  habían  mejorado  notoriamente  tras  la  elección  de  Yanukóvich  en
               2010,  pero  Putin  parecía  inquieto,  incluso  evitaba  mirar  a  las  cámaras  de

               televisión. Por debajo del maquillaje, le asomaban moretones visibles debajo
               de los ojos. «Probablemente fuera por la forma en que le daba la luz —insistió
               su  portavoz,  Dmitri  Peskov—.  El  primer  ministro  está  cansado.»  Sin
               embargo, los moretones eran innegables, y despertaron especulaciones acerca

               de  que  Putin  había  comenzado  un  tratamiento  de  cirugía  estética.[20]  Las
               especulaciones  —siempre  negadas,  aunque  nunca  de  forma  inequívoca—

               aumentaron  cuando  los  cambios  en  la  apariencia  de  Putin  se  hicieron
               evidentes en las fotografías y llamaron la atención de funcionarios extranjeros
               que lo conocían, entre los cuales al menos uno habló extraoficialmente de una

               intervención plástica como de un hecho. Las patas de gallo desaparecieron,
               igual que las líneas profundas de la frente y las notorias bolsas bajo los ojos.
               Tenía  la  piel  tirante  y  las  mejillas  rellenas.  Con  el  cabello  fino,  pero

               cuidadosamente peinado, la cara parecía más redonda, los ojos más rasgados.
               Un cirujano plástico de Cheliábinsk, Aleksandr Pujov, incluso apareció para
               decir que conocía al médico que había realizado la práctica, que incluía una

               blefaroplastia.  Lo  dijo  con  aprobación.  «¿De  verdad  os  gustaría  ver  al
               presidente viejo y flácido?»[21]






               Las tensiones dentro  del  tándem  se  acentuaron  durante  el  verano  de  2010,
               cuando estallaron protestas por la construcción de una nueva autopista que iba
               de Moscú a San Petersburgo. Nadie dudaba de la necesidad de disponer de

               mejores  rutas  y  el  proyecto,  valorado  en  8.000  millones  de  dólares,  estaba
               entre  los  megaproyectos  que  Putin  había  aprobado  para  simular  un
               crecimiento  económico.  Pero  el  debate  sobre  la  ruta  se  había  extendido

               durante  años  y  ahora,  sin  aviso  público,  el  proyecto  de  pronto  volvía  a
               avanzar. En julio aparecieron excavadoras y comenzaron a quitar árboles del
               bosque de Jimki, una reserva protegida en el límite de Moscú que muchos

               llamaban el «pulmón» de la ciudad. La obra provocó protestas por parte de
               los  vecinos  del  bosque,  a  las  que  luego  se  sumaron  activistas  ambientales
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