Page 435 - El nuevo zar
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locales y extranjeros. Cansado por la indignación pública respecto de los
incendios del verano, Medvédev anunció en agosto que suspendería la
construcción mientras el Gobierno consideraba rutas alternativas.
La controversia se convirtió en una prueba inesperada para la autoridad de
Medvédev como presidente, que fracasó. El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov,
criticó la suspensión del proyecto en el periódico oficial del Gobierno,
Rosískaia Gazeta, una amonestación pública que jamás se hubiera atrevido a
hacer contra Putin. Luzhkov, que una vez se había opuesto a la autopista por
razones propias, ahora la apoyaba. El motivo era que evidentemente sabía que
el proyecto contaba con el apoyo de Putin, quien había adjudicado el contrato
para su construcción en 2008 y, un año más tarde, borró de un plumazo el
estatus protegido del bosque para permitir que comenzara la construcción. No
está claro si Medvédev estaba al tanto de eso, pero actuó como si tuviera el
poder para intervenir. Luzhkov, que había presidido Moscú durante dieciocho
años, hizo una desafiante llamada al restablecimiento del «verdadero
significado y autoridad» del Gobierno.[22] Muchos escucharon esas palabras
como una llamada a que Putin volviera a la presidencia, una provocación que
Medvédev mal podía pasar por alto.
Los asistentes de Medvédev en el Kremlin respondieron poniendo a la
televisión estatal en contra del alcalde con la misma ferocidad que Boris
Yeltsin lo había hecho más de una década antes, cuando Luzhkov y Primakov
parecían listos para emerger como líderes de una coalición post-Yeltsin. Una
semana después de eso, el secretario de Estado de Medvédev convocó a
Luzhkov y le pidió que dimitiera y «se marchara con discreción». Cuando
Luzhkov se negó, el Kremlin le dijo que se fuera de vacaciones una semana y
que lo reconsiderara.[23] Medvédev, que en privado criticaba a Luzhkov con
una simple obscenidad propia de un bocazas que podría traducirse como
«alguien que le aprieta las pelotas», parecía incapaz de actuar sin la
autorización de Putin. Líderes de la oposición como Boris Nemtsov casi
desafiaron a Medvédev a demostrar su autoridad, pero no fue hasta que
Luzhkov regresó a Moscú y le escribió una carta burlándose de sus
pretensiones democráticas y exigiendo el restablecimiento de las elecciones
para alcaldes y gobernadores (eliminadas por Putin) cuando Medvédev
finalmente recibió autorización para destituirlo. Dos semanas más tarde, Putin
obligó a Medvédev a designar como alcalde al secretario de Estado de Putin,
Serguéi Sobianin, un antiguo gobernador de Siberia que tenía poca