Page 436 - El nuevo zar
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experiencia o conocimiento en la capital.

                    Parecía que Medvédev había triunfado y había demostrado resolución al
               destituir  a  Luzhkov  del  poder,  pero  la  confrontación  también  ilustró  los
               límites de su poder como presidente. Luego, la construcción de la autopista se

               realizó según el plan. La principal empresa contratista, el único postor, era
               propiedad de una cadena intrincada e imbricada de compañías registradas en
               Chipre  y  en  las  Islas  Vírgenes  Británicas.  Una  se  llamaba  Croisette

               Investments; la mitad era propiedad de otra llamada Olpon Investments. Su
               único  propietario  era  Arkadi  Rotenberg.  Cuando  Medvédev  fue  presionado
               para que respondiera por qué el Gobierno había permitido que el trabajo se

               reanudara, solo pudo balbucear que había «intereses privados» involucrados.
               [24]






               El  liderazgo  de  Medvédev  decepcionó  a  los  críticos  de  Putin  y  las
               limitaciones a su autoridad frustraron hasta al propio Medvédev. A finales de
               2010, su resentimiento estalló por primera vez mientras la suerte de Mijaíl

               Jodorkovski una vez más, pendía de un hilo. Con la aproximación del fin de
               su  primera  condena  en  prisión,  las  autoridades  habían  lanzado  una  nueva

               investigación contra Jodorkovski y su socio, Platón Lébedev, con la intención
               de mantenerlos en prisión. El segundo juicio había comenzado en 2009, esta
               vez por acusaciones de enriquecimiento ilícito que representaban una suma
               mayor al valor del petróleo que había extraído Yukos durante un período de

               seis años.[25] Se había alargado diecinueve meses. Resignados a un veredicto
               de culpabilidad, los abogados de Jodorkovski intentaron destacar los motivos

               políticos que subyacían al caso. Llamaron como testigo al mismo Putin, así
               como a Ígor Sechin; al ministro de Finanzas, Alekséi Kudrin; y a otros veinte
               funcionarios.  El  juez  denegó  la  petición,  pero  sí  permitió  que  algunos

               funcionarios  destacados  prestaran  testimonio,  con  la  intención  aparente  de
               demostrar alguna observancia al debido proceso. Entre ellos, se contaba uno
               de los más antiguos colegas de Putin, Herman Gref, que parecía nervioso de

               ser interrogado por el propio Jodorkovski a través de la jaula de cristal donde
               estaban sentados los acusados. Un momento crucial fue cuando Gref admitió
               una cuestión que era central en la defensa de Jodorkovski: que le hubiese sido

               imposible robar lo que equivalía al valor de un año de toda la producción de
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